domingo, 31 de octubre de 2010

Mi cuerpo ha dicho "hasta aquí"

Él me tiene harta, pero debe ser que yo también le tengo hasta las narices. El caso es que, después de una semana dándole caña como hacía tiempo que no le daba, hoy he intentado dar una vuelteciiiita chiquitiiiita de tuerca, y ha dicho "¡tu tía, ya...!". Y se ha rendido. Me joroba, porque bueno, se trataba sólo de socialización, una barbacoa tranquilita y en la que me han cuidado muy bien. Pero no. Lo que más rabia me da es que no dice "basta" cuando estoy a tope con la asociación, ni cuando los médicos me están haciendo perrerías (de ambas cosas esta semana hubiera tenido muestras a placer). En fin, es lo que toca. Así que, después de no haberlo pasado muy bien (y no habérselo dejado pasar bien al prójimo, que es, quizá, lo peor ¡¿qué culpa tienen?!), nos hemos vuelto a casa justo después del café. Y claro, a la cama del tirón.

Al levantarme, he echado un ojo a internet y he encontrado un vídeo que me ha dejado conmovidísima:
Claro, con el diíta que he tenido, levantarme la mar de encogida y ver esto... uff... Ojalá se difunda bien. Pero la gente no quiere escuchar penas ajenas, tenemos suficientes con las nuestras. Y los vídeos de humor van como la pólvora, pero este tipo de difusiones... pues no. Hasta que nos toca en primera persona pasamos bastante (y yo lo he hecho, la primera).

Bueno, ahora poco queda de día, quizá terminemos de ver la peli de anoche, "La tentación vive arriba", que aunque nos estaba divirtiendo mucho, no pudimos terminar de ver: estábamos los dos muy cansados. Cenar algo ligero (la barbacoa ha sido... un hartón de comer) y quizá jugar a algo... A ver qué tal se da.

domingo, 24 de octubre de 2010

Vaya día

Ayer tuve un día bastante completito: con bastante esfuerzo me levanté a las 10:00, después de pasar una noche de las malas-malas, ya que el día anterior me había dado un buen arrechucho al quedarme fría en el taller sobre minusvalía. No me recuperé ni con sopa, ni con vino, ni acostándome... Y la espalda y la cadera tomaron sus represalias durante la noche. Así que con pocas ganas físicas y algunas más morales, como habíamos quedado con Laura en Marbella (y no sabía bien cuándo podríamos volver a quedar si anulábamos), fuimos hacia allá (un poco tarde, eso sí).

Para empezar la jornada, ocurrió un milagro: ninguno de los tres compró nada en la Fnac. Aún no me explico cómo ha podido ocurrir. Después, fuimos a otro antro de perdición, y ahí ya sí que no pudimos resistirnos: Marks&Spencer. Sobre todo de dulces (vale, y yo ropa interior), salimos de allí cargaditos-cargaditos. Dani se compró unas magdalenas con una pinta... poco apetitosa, que ha probado esta mañana y resulta que estaban buenísimas (yo con esa pinta de estar rellenas de moho como si están divinas: no las pruebo y no las pruebo).

Fuimos después a una de mis debilidades: A loja do gato preto. Bueno, allí sólo compramos una cortina para el baño (Cthulhu se estaba comiendo la que teníamos y estaba agujereada), una máscara felina para acompañar las humanoides que tenemos en el salón, y dos tazas con sus platitos para cafés monodosis (porque Dani lleva desde que volvimos de Zaragoza con obsesión por las Nespresso varias, y estaba decidido a comprarse una. Ahora está cambiando de idea... ¡pa matarle!). De ahí ya fuimos a comer, como Dani tenía muuucho hambre, fuimos al Steack House. No comimos mal, y tuvimos una charla-bronca que me dejó descorazonada: ahora tengo la sensación de que no he sabido transmitir a las personas que tengo más cerca qué se siente y qué necesidades hay con una enfermedad dolorosa crónica. Que un extraño no se haga a la idea ni sepa apreciar las necesidades diarias que se tienen es algo, pero si personas con las que hablo prácticamente a diario no lo comprenden y sienten como algo cercano, suyo... uf. Y encima como presidenta de la asociación se supone que debo ser buena transmitiendo y haciendo entender esto. Me quedé bastante decepcionada de mí misma. En fin.

Después de ponernos gochos, Dani fue a llevar las bolsas al coche (y acercarlo) y quedamos en esperarle cerca de Alcampo, pues teníamos que comprar algunas cosas. Pero en nuestro camino se interpuso Camper. Así que, siguiendo los preceptos de mi religión, tuve que entrar y comprarme un par de zapatos.
¡¡¿A QUE SON LA RELECHE?!!

Bueno, después ya SÍ entramos a Alcampo, y casi pasamos el resto de la tarde entre comprar batidora, mp3, comida y que Dani diera a Laura una clase magistral sobre cafeteras monodosis y sus consecuencias en la sociedad contemporánea.

Al salir, aunque a mí las piernas ya llevaban fallándome rato, y después de 2 chutes de drogas duras, fuimos a la tienda que nos había servido de excusa para quedar: estaba en Marbella pueblo (nunca había ido, es muy bonito y agradable, pero no lo pude apreciar bien, así que debería ir otro día con menos dolor). Laura no se compró el vestido a por el que iba, pero sí 3 prendas diferentes, y muy bonitas.

Después ya la llevamos a su coche (en La Cañada de nuevo) y nos despedimos: no podíamos más. Si yo no hubiera estado tan en las últimas, podríamos haber ido a ver la goleada, pero no podía ni con mi alma, así que por la radio una parte, y por internet la otra, así nos fuimos enterando. Y poco más: cenar y a la cama. Dani tuvo que masajear un poco el cuerpo, y eso me ha ayudado a dormir mejor, pero aún así no he pegado ojo durante mucho tiempo seguido. Me duele hasta el alma y tengo el cerebro al 10% de su rendimiento habitual (o sea, bajo mínimos). Pero tengo unos zapatos nuevos rosas. Ja.



martes, 19 de octubre de 2010

Busco consejo

Hay un huevo y medio de libros que me apetece leer. De hecho, mi pila ya supera los 200. Pero dada mi manía de leer 1 de autor español, 1 de autor no español, 1 de autora española, 1 de autora no española: siempre ese esquema, ahora me he quedado sólo con libros de autores. O me atrae más lo que escriben ellos, o no conozco suficiente de literatura escrita por mujeres. Me he repasado, incluso, la sección de fnac.es "Con letra de mujer". Pero no... no hay nada que me llame por mi nombre tanto como para que me merezca la pena comprarlo y añadirlo a mi voluminosa pila, por ahora.

Así que, si alguien conoce un buen libro escrito por mujer, por favor que me lo diga. Eso, o mi pila se convertirá en un reducto machista

sábado, 16 de octubre de 2010

Torpe (Jeffrey Brown)

Después de maravillarme con "Gato saliendo de una bolsa" busqué ansiosa algo más del mismo autor. Y vaya error. Encontré esta "novela gráfica" y la compré. Hoy he terminado de leerla (en mi pila "B") y deseando, porque quería pasar al siguiente urgentemente (quizá también haya influido que el siguiente en mi pila "B" sea "El libro rojo del estilo", que lo he colado vilmente, pero eso no viene al caso). Estaba hasta las narices de ver dibujos de este par en bolingas, y al principio no era mucho, pero desde la mitad del libro la verdad es que dejé de soportar al tío. Y no sólo por los pelos detalladamente pintados. 

En fin, la historia un rollo, además contada desordenada, un intento de imitación del estilo Tarantino, pero lo único que consigue es que no te enteres de nada, pues te despista. 

Y eso que la dedicatoria, "Para todos aquellos que hayan amado y perdido" prometía. Pero ahí ha quedado lo bueno del cómic.

Además, no he podido parar de pensar en la falta de respeto que implica si se refiere a una historia real. En ese caso, yo de la ex lo descuartizaba poco a poco. Y luego haría una BUENA novela gráfica, interesante. No como ésta.

viernes, 15 de octubre de 2010

Apoyo

Cuando se está mal, se necesita apoyo. No es imprescindible, pero viene muy bien para superar la situación. El apoyo lo puede dar familia, amigos, pareja... hasta un vecino. Hasta un par de gatitas. Pero no todo el mundo está dispuesto a darlo. Es un esfuerzo, y no siempre la persona que necesita apoyo es importante para nosotros, no siempre nos merece la pena (aunque nosotros sí seamos importantes para esa persona: no tiene por qué ser recíproco). Y no estamos obligados. Al contrario, cuando estas cosas se hacen por obligación, sin auténtico deseo de hacerlas, terminan haciendo más daño que beneficio. Lo que sí es obligación moral es no rematar la faena: si no vas a ayudar, deja en paz, abandona... pero no des más cera. No está bien.

El caso es que, cuando se tiene un círculo de personas cercanas, se dan por hechas muchas cosas que no tienen por qué ser así, y de hecho muchas veces no lo son. Tú crees que tienes a alguien cercano, y das por hecho que si estás mal esa persona va a estar ahí. Porque te hace sentir bien pensar eso. Luego llega la hora de la verdad, y claro, no en el mejor momento. Estás mal, y encima ves que te equivocabas a este respecto. Toma y toma. Bueno, de estas cosas se aprende a no ser tan gilipollas, tan ilusa, a no engañarte a ti misma... Vamos, a hacer todo lo que te dicen siempre desde fuera, pero que prefieres no creerte para mantener vivos los sueños. Bueno, pues toca o asumir la realidad y tirar, o estar mal día sí y día también a base de desengaños (de mentiras que te has contado tú misma, no te las ha contado nadie), o buscar otros sueños que te ayuden a llevar los días adelante.

jueves, 14 de octubre de 2010

HARTA

Quemadísima.

Llevo una puñetera semana entera dedicada a Adesdema. Entera. Y a tope. Teléfono, reuniones, correo electrónico, cartas... Vamos, que estoy currando más que cuando trabajaba. Y no está siendo un otoño precisamente benigno con la enfermedad. O sea, que dopada y haciendo un gran esfuerzo.

Con trampas, con inconvenientes, con problemas... Malamente se va superando. Cada vez con menos ganas, aunque eso no se traduce en abandono de las actividades ni de la voluntad de hacerlo bien. Mientras haga algo, quiero dar lo mejor de mí. Para hacer las cosas mediocremente me dedico a otro tema.

Pero la mala leche de un niñato no la consiento ya. Así que hasta aquí. Si alguien ocupa mi cargo, fantástico. Si no, pues habrá que cerrar la asociación. Ya está bien de hacer el pringado, el gilipollas, que te tomen el pelo, te toreen y encima ¿para qué? ¿a quién beneficia esto? ¿A dos trabajadores que se creen más papistas que el Papa? Que les den.

lunes, 11 de octubre de 2010

Un rayo de sol (oh-ohoh)

A veces las cosas se complican mucho. Y por lo general, todos solemos estar encabronados, ocupados o a nuestra bola. Cuando te vienen torcidas y te ves rodeada de lo normal es desolador. Eso sí: no te das cuentas que para los demás tú también has formado parte de ese "lo normal" cuando han tenido un mal momento.
Pero de repente un día te vienen mal dadas y te topas con alguien que hace que lo veas todo menos difícil, que se empeña en abrir ventanas cuando se cierran las puertas, que siempre muestra un tono animado (y no porque no tenga sus propios problemas, ojo). Entonces aprendes a valorarlo, lo agradeces infinitamente. Es un auténtico lujo.
Qué pena que el día a día haga que olvides tus propósitos de no ser nunca más "lo normal" en este sentido.

Estos días se está complicando muuuuucho el tema de la asociación. Más trabajo, más movidas, nuevas puñaladas, nuevos apuñaladores, mismos apuñalados... Y como siempre, la persona que siempre ha visto un rayito de sol colándose entre la negrura y nos lo ha señalado a los demás es quien está ahí, arrimando el hombro y animando. Y no porque no se haya llevado palo, y no porque el otoño no le esté afectando, y no porque no tenga sus propios problemas... Joder, así da gusto. Qué envidia, ojalá fuera la mitad que él en este sentido.

domingo, 10 de octubre de 2010

Qué casualidad

Mira que intento esquivarla, pero me voy topando con ella por donde voy. 

Primero, la asociación, de la que no me veré libre por más que lo estoy intentando...

Después, mi madre me envía casualmente este vídeo:

Y ayer, en el lugar de reuniones, leyendo cuentecitos de Celia (Elena Fortún), resulta que la malísima bichejo se llama "María Mercedes Carmona". 

Esto se está convirtiendo en algo enfermizo... 


¡¡Quiero salir de esta pesadilla!!

jueves, 7 de octubre de 2010

Los aires acondicionados

Es una de mis cruzadas personales. Cuando lo ponen, generalmente es altísimo (aunque es verdad que este año esto ha sido menos frecuente ¡vamos avanzando!).
El problema es cuándo lo ponen: En mayo, aunque haga frío y no proceda ¡es mayo! Ya toca. Y lo ponen. Y en octubre, aunque haga más calor que en mayo o en junio... ¡es octubre! Y te asas, como hoy. Es algo que no entiendo, y que me cabrea no sólo por el absurdo gasto energético (¿se dice así?) y el cambio climático y blabla, sino por los efectos perniciosos que tiene sobre el cuerpo: los cambios drásticos de temperatura, los enfriamientos... y aunque no tenga lógica, los dolores: las personas con enfermedades reumáticas sentimos dolor cuando nos exponemos al aire acondicionado. No sé por qué es, y me gustaría. Pero mientras lo sé y no lo sé, me gustaría que se respetara e intentara moderar. Pero ¡ay! Con "respeto" y "moderación" hemos topado, amigo Sancho...

miércoles, 6 de octubre de 2010

No valgo nada

Vale. Estoy de acuerdo. Soy una mierda. Pero ni aún así merezco que el cariño que se me de o las relaciones interpersonales que se establezcan conmigo sean por misericordia.
Y no soy ninguna santa. Ni muchísimo menos perfecta. Pero no por no ser perfecta merezco un trato despectivo ni que se pisoteen mis sentimientos.
Antes que eso, prefiero estar absolutamente sola, que es como me estoy quedando. Ok. Lo admito. Siempre que tenga cerca a mis gatas, puedo con eso y con mucho más.
Quiero que quien esté cerca de mí (amigos, pareja, familia o lo que sea) sea porque quiere estar a mi lado, y estar bien. Mamoneos, puñaladas, pisoteos, tramas y fustigaciones no van conmigo, ni tengo ninguna obligación (ni gana) de aguantarlos. A amigas ni a absolutamente nadie, por más que le quiera. Y si eso va a implicar que me quede sola, pues adelante con ello.
Toda mi puta vida he sido el felpudo del entorno. Eso no quiere decir ni que esté dispuesta a seguir siéndolo ni que lo vaya a hacer. ¿Será que sólo atraigo a mi lado a gente con ganas de dar cera? ¿O que se atreven conmigo porque me dejo por pura necesidad? ¿Y será por eso que hace ya unos meses las ratas están abandonando el barco? ¿Porque ya no me dejo? Pues a saber.
Lo que me jode de todo esto es que no se me hace callo. Cada nuevo desengaño, cada nueva puñalada sigue doliendo como la primera, la de quien la de. Y eso significa que soy gilipollas, no aprendo a no confiar en la gente, a no hacerme ilusiones. En cuanto alguien me tiende una mano se me hace el culo pepsicola y ya me creo que me brindan una amistad, una relación, la reparación de un vínculo familiar o uno nuevo... ¡TONTA! ¡SO TONTA! ¿Por qué iba a querer nadie hacer eso? ¡Ni que lo valiera!

domingo, 3 de octubre de 2010

Confirmando teorías

A veces da rabia que las teorías más pesimistas se cumplan, pero cuando se confirma, al menos sabes a qué atenerte.
Yo cada día tengo mayor seguridad acerca de mi imbecilidad y de la tendencia, desde este verano, al absoluto aislamiento social que me espera. ¿Tendrán relación? Pues lo mismo. Eso debería decirlo alguien más listo, ¿no?

viernes, 1 de octubre de 2010

Buenos días, señor ministro

Hasta los mejores autores tienen algún bodrio. Y este es el caso de este libro de Luis del Val.
Después de haber leído maravillas como "Los caballos cojos no trotan" y haber disfrutado con sus cuentos (tanto "de Mediodía" como "de Medianoche"), así como con "Las amigas imperfectas" (con un regustillo a "Nubosidad Variable", de Carmen Martín Gaite), "Volveremos a Venecia" y algo menos con "Los ejecutivos también sueñan", con "Buenos días, señor ministro" me he llevado un tremendo chasco. Tanto el argumento como los nombres propios (y aprovecho para colar aquí también la edición, que ¡vaya erratas!) me parecen una tomadura de pelo. Lo he terminado por respeto a ese favoritismo que profeso a Luis del Val, y porque he disfrutado con su narrativa, su amplio vocabulario, saboreando sus frases... Y me ha divertido la crítica a la clase política. Pero realmente, ni lo recomiendo, como otros muchos suyos, ni guardaré especial buen recuerdo de esta lectura.

Un momento difícil

Cuando quieres ayudar o consolar a alguien y no sabes ni por dónde empezar. Sabes que alguien a quien aprecias lo suficiente como para comerte así la cabeza lo está pasando mal, necesita un cable por tu parte... pero no sabes ni por dónde empezar, y por exceso o por defecto la puedes cagar pero bien. ¿Por qué no nos enseñan estas cosas en Urbanidad? Está fenomenal saber redactar telegramas de pésame y decir las palabras apropiadas a... yo qué sé, tu jefe o alguien con quien no tengas una vinculación personal. Pero cuando es alguien más cercano, pero quizá no lo suficiente como para conocerle hasta el punto de saber qué necesita en ese momento (eso son muchos años de relación estrecha y no siempre da tiempo) ¿qué haces?

Ayer en el tanatorio, con Josi y Eli, me sentía así, y ahora en el entierro me pasará lo mismo. Y en las semanas o meses venideros, va a ser igual: ¿Les llamamos? ¿Les dejamos en paz? ¿Qué les proponemos? En fin, espero estar a la altura de las circunstancias y que tengan de nosotros todo el apoyo que necesiten, y lo que es más importante, en la forma en que lo necesiten.