martes, 27 de mayo de 2014

La mujer que buceó dentro del corazón del mundo

QUÉ MARAVILLA.

Dentro de que mis últimas lecturas han sido una gran experiencia, ésta destaca sobre todas ellas. Hacía mucho que no leía un libro tan delicioso y duro a la vez.

Esto, claro, ocurre cuando sigues el consejo lector de alguien que sabe mucho del tema. Leí que recomendaba su lectura, en una entrevista, Ana María Matute, y a por él fui.

Qué pena no poder pedirle más consejos, más ideas para mi pila.

Trata el tema del autismo, de la moral ecológica, de las relaciones personales, de por qué nos comportamos cartesianamente cuando, realmente, no tiene mucho sentido. ¿Tu teclado piensa? Y ¿existe? Pues eso.

En primera persona, Karen nos cuenta su interesante biografía, desde su particular punto de vista: es autista.

Algo que ya se probó con éxito con "El curioso incidente del perro a medianoche", pero que creo que aquí se amplía y mejora enormemente. Ya no es un niño quien habla, no hay lugar para el melodrama, sólo para las dificultades propias de su vida. Por tanto, es mucho más fácil empatizar y medir nuestro razonamiento, nuestra forma de actuar, con los de Karen.

Una interesante y apasionante lectura que desde aquí recomiendo. Desde luego, indiferente no deja.

lunes, 19 de mayo de 2014

Todo un viaje

El regalo simpático de los Reyes Majos de este año (vino "disimulado" con la carátula de "Cásate y sé sumisa") ha resultado una estupenda lectura, en el momento ideal.

Tras el último y fortuito diagnóstico de una más de mis "pupas", leer con qué positividad se enfrentó Silvia Abascal a un golpe tan duro ha resultado muy inspirador: sí, es una tragedia (bueno, más bien un putadón), pero a ella le ha servido como plataforma de crecimiento, y le ha plantado cara, desde el primer momento, con un optimismo del que no somos capaces la mayoría de los mortales.

Leer cómo cuenta que se enfrentó a cada paso, no sólo hace que se la admire (más), sino que, en mi caso, he decidido adoptarlo como manual de instrucciones. Cuando tenga que enfrentarme a pruebas, quizá intervención y lo que venga, repasaré sus páginas, sin duda.
Sirva como ejemplo frases como "Puede que el decorado del hospital llegara impuesto desde la producción, pero yo decido si a la enfermedad le doy el papel principal. Casi que no. Para ella, una colaboración especial." Ésa es la actitud.
No sé si yo sería capaz, hay que ser muy especial para tomarte así unas circunstancias tan adversas. Pero desde luego voy a intentarlo.

En realidad, de nada sirve la alarma, el derrotismo... Bueno, sí: sirve para complicar aún más las cosas. Pero es algo innato, y hay que trabajar para que no se asomen a la ventana ante cualquier ruidito.

Con este texto he llorado, he reído (aunque parezca increíble, lo consigue), sonreído MUCHO, me he sentido muy identificada en ciertos pasajes (casi escalofriante la multitud de coincidencias -lugares, fechas...-) y, ante todo, he aprendido y decidido.
He decidido que quiero tomarme las cosas así.

Y me ha admirado, no sólo su actitud, sino la percepción ampliada que ha desarrollado a partir del accidente: sonora y emocional. Una molesta, negativa; la otra... muy útil.
Hasta de los peores momentos se puede extraer algo bueno.

Sin duda, he crecido un poquito de la mano del crecimiento de Silvia Abascal. Una lectura muy recomendable para tomar ejemplo de cómo enfrentarse a las adversidades, no necesariamente cerebro-vasculares.

viernes, 16 de mayo de 2014

Ya iba tocando...

Cuando lo de venir a vivir a Benalmádena se hizo firme, nuestra intención era ir a Madrid, como poco, 1 ó 2 veces por año. Vamos: Navidades y vacaciones o algún puente.
Pero en el último par de años mi cuerpo ha puesto pegas, así que había pasado ya un año y medio desde la última vez. Y yo tenía una morriña tremenda. De amigos, de familia, de Gran Vía, Alcalá y Callao...

Aprovechando la comunión de Marina el día 10, el puente del 1 y mi cumple el 8, dijimos "de ésta no pasa". Y hemos estado por allí 11 días. 11 estupendos días. Que han fundido mi cuerpo, pero mira, por una vez: que le den. Ya nos había condicionado bastante. Ahora, a recuperarse para la próxima (espero que no pase tanto tiempo esta vez).

Esta vez nos alojamos en Alcorcón, en casa de Julio. Creímos que para nosotros (por comodidades como el ascensor) y para las gatas (porque no se encontrarían con su madre Pitbull, su hermana Teresita y su primo Pizca, con los que se llevan a bufidos), sería más relajado.

Hicimos compras, vimos a gente muy querida, paseamos por Gran Vía (¡ya lo echo de menos!)... Y nos inflamos a ver musicales.

El mismo sábado (llegamos allí el viernes) fuimos a ver "Marta tiene un marcapasos".


Yo lo pasé genial. No es (era, ya no está en cartel) un musical con una grandísima calidad, pero para las fans de entonces es un bonito recordatorio.

Las letras de las canciones no dan para mucho más argumento que el que tenían sus películas...

Para que a los "sufridos" acompañantes se les haga más ameno las bailarinas parecen sacadas del mítico local cercano que se anunciaba con tarjetas en las que invitaba: "ponga una teta en su copa".
Pero disfruté mucho. Hasta Dani, al final, se animó a dar palmas y cantar con la última canción.
Además, aquella noche estuvo allí Rafa... salió a saludar al final y a mí me hizo temblar el cuerpo entero... ¡¡qué alegrón!!

Como anécdota, comentar que la acomodadora me vio incómoda en la butaca, pasándolo un poco mal con la cadera. Así que en el descanso me ofreció (con algo de apuro) un altillo de los que ponen en las butacas para los niños, que no sólo me ayudó a ver mucho más a gusto la segunda parte, sino que he adoptado como idea para todas las veces que vayamos al teatro o al cine. Genial.
Sin embargo, nos comentó que le daba apuro comentárnoslo porque, unos días antes, había ofrecido lo mismo a una señora muy bajita, con toda su buena intención, y la señora bajita se le había ofendido por ello. Estamos gilipuertas del todo. Sólo espero que el toparse con estos gilipuertas no impida que se siga ofreciendo ayuda, porque algunos lo agradecemos, y mucho.

El día de la madre, por motivos familiares, comimos con nuestro amigo Juanmi en La Choza del Segoviano. Genial la compañía, genial la comida. Vamos: sin sorpresas. Nos faltó Almudena, que estaba malita y a la que no hemos podido ver al final, y bien que lo siento. Para la próxima va a ser cita prioritaria.

Después, mientras yo descansaba un poquito, Dani se fue a Valdebebas a ver el Castilla - Real Jaén, del que volvió con sabor agridulce: el empate no era malo pero pudieron ganar. Pero claro, había que aprovechar la coincidencia.

Al día siguiente ya celebramos el Día de la Madre y el cumpleaños de María con mi abuela y mis tíos (¡qué bien haber coincidido con ellos en este viaje, tenía muchas ganas de verles!), en uno de los sitios fijos cada vez que visitamos Madrid: Río Miño. Fue un bonito reencuentro, lo pasamos fenomenal, nos pusimos ginchos a marisquito (cómo echo de menos las nécoras por aquí abajo...) y nos pusimos un poquito al día. Para la siguiente vez que nos veamos espero que tengamos todos más ratito para dedicarnos, que supo a poco la compañía.

Después nos citamos con Laura (¡Gracias por ayudarme con el tema de la silla de ruedas!), Enrique y Miriam para tomar café. En Madrid es que tomamos unos cafés un poco peculiares... aquí piden un "sombra", allí, "un Brugal con Coca-cola". Así que tomamos 5 ó 6 cafés cada uno y nos retiramos forzosamente, que al día siguiente algunos tenían que trabajar...
Cuando volvíamos, tuvimos la suerte de encontrarnos con un control de alcoholemia a la entrada de Alcorcón y que no nos pararan... Es lo que tiene tener pinta de ser un matrimonio de bien y llevar una silla de ruedas en el maletero.
Digo lo mismo (sensación que se ha repetido en casi todas las reuniones de este viaje): fue genial volver a verles, pero supo a poco. A muy poco. Tenemos que volver a vernos pronto, que se les echa mucho de menos.

Al día siguiente, como preparativo para la comunión, fui a teñirme a Peluquería Madrigal, en el C.C. Tres Aguas. La busqué por internet, por cercanía. Ya escribiré mi opinión en ciao y google, pero recomiendo no ir por allí. Aparte del clavo y del acoso para que cojas "extras" (champú especial, crema, mascarilla, ampichas tratantes para, exfoliante...), algo que hacen en muchas peluquerías pero no a un nivel tan intimidatorio, el tinte me lo echaron mal, sólo en las raíces, y como dije que "peinado no, sólo secar" lo hicieron tan literal que me dieron 30 segundos con el secador y ni el cepillo cogieron: con los dedos medio-desenredaron, y a casita. Después de clavarme por esto más de 50€. Después de esta información, cada uno que haga lo que le parezca, pero yo no vuelvo.

Mientras, Dani aprovechó para visitar el Museo del Ejército del Aire de Cuatro Vientos, del que vino tan contento.

A estas alturas mi cuerpo ya estaba quejumbroso, así que tuve que cancelar planes para esa tarde, porque si no no llegaba a mi regalo de cumple: ¡El Rey León!


No puedo decir más que es UNA PASADA.

Es impactante, la música genial, los actores, bailarines y cantantes (con mención especial para los personajes de Simba niño, Scar y Rafiki) maravillosos... Es inolvidable.
Eso sí: vaya clavo los refrescos (con los que te endiñan, quieras o no, el "vaso oficial").

El día siguiente tocaba uno de los eventos más esperados y más echados de menos: día de shopping y comida en Imanol, con Noelia y mi camarero favorito.
Y no se puede hacer una persona normal a la idea del subidón que me dio comprobar que este año se lleva el fucsia. En todo. Todo. Y todo.
Claro: me inflé.
Dani se libró, con la excusa de la feria GENERA de energías renovables. Bueno... así no tuve más límite que el de mi tarjeta...

Esas jornadas agotan, así que ya tuve que reservarme para el jueves, mi cumple, en que comimos (suena como muy light eso de "comimos" para lo que hicimos: ponernos cerdos) con mi abuela en Da Nicola y descansar, porque esa noche tenía otro musical: "Hoy no me puedo levantar". (Preludio de la frase que voy a estar diciendo por lo menos el próximo mes enterito...)

Fui con Noelia, y lo disfrutamos muchísimo.
No es la calidad de El Rey León, pero el argumento está genialmente elaborado, el hilo conductor es un actor que representa a Nacho Cano, y entre canción y canción (versionadas con mucha caña) tiran a dar a algunos personajes, como Ana Torroja o Penélope Cruz.

El viernes tuvimos que tomarlo forzosamente de reposo hasta la noche. Era cita grande y quería estar lo mejor posible, aunque ya llevaba mucho tute encima.
Cenamos en el Alfredo's de Cuzco con Bárbara, Jose, Juanmi, Natalia, Juan... ¡¡¡y Guille!!! La compañía GENIAL. Había ganas de verles a todos, y digo lo mismo: ojalá hubiéramos tenido tiempo y fuerzas para alargarlo unas horitas. Pero el sitio... la comida, muy bien: la calidad de siempre. Pero el trato, deplorable. Vamos, que no volvemos. Probaremos en otros de la cadena, pero al de Cuzco, ni locos.
Al reservar (para las 21:00) nos dijeron "vale, os apunto en el primer turno". No nos avisaron de que a las 23:00 teníamos que estar zumbando de allí. Pero, llegada esa hora, no sólo nos metieron prisa, sino que no nos dejaron ni pedir postre. Además, con muy malos modos. Malos modos que ya habían mostrado a nuestra llegada, cuando vieron el carrito de Guille, y no hicieron más que poner pegas (lo ideal hubiera sido que ofrecieran soluciones).
Menos mal que, como digo, la compañía endulzó el sabor de la noche.
Después, todos menos los recientes papis y mi futuro novio, fuimos a tomar un cavita (ya que en Alfredo's no pudo ser) a Beaucoup!, un local cercano que voy a fichar para próximas visitas: la atención impresionantemente buena (además, con el contraste con la que acabábamos de tener, nos impactó más), el precio nada mal para una botella de buen cava, y encima nos pusieron aperitivos (almendras fritas, una tabla de quesos, chocolatinas para el que no le gustaba el queso...). Todo muy rico, así que cenar allí debe ser muy agradable. Volveremos.
Para rematar, nos fuimos con Juanmi al Real Café a tomar una copichuela, pero ahí mi cuerpo ya dijo "c'est fini, chatina". Y tuvimos que recogernos, con dolor de cuerpo y corazón.

El sábado, gran día de Marina, por la mañana fui a otra peluquería, ésta sí muy buena, a que me disimularan el desaguisado de la anterior. Quedé encantada con la atención y con el resultado. Ojalá la hubiera descubierto antes.
Dani repitió planazo y volvió al museo.
Y después, descansar un poquito para la comunión esa tarde-noche.
Dani tuvo que ir de primeras solito a la iglesia y después recogerme para el cocktail, porque mi cuerpo estaba de no.
Ya en el Club de Campo, todo genial: una organización muy detallista, todo muy rico, los niños pasándoselo teta-piruleta... ¡¡Una tarde preciosa!! Espero que, sobre todo, para la protagonista. ¡¡Estaba guapísima!!

Era el día de la final de Eurovisión, que nos hubiera encantado ver con Natalia, Juan y Guille... pero entre que salimos ya tarde de allí y que yo no podía con mi alma, no pudo ser. Habrá que organizarse mejor para el próximo año.

Y, para rematar(me), el domingo tomamos el vermú en La Choza nuevamente (sí, estamos enganchados, ¿qué pasa?) con algunas de las que nos faltaban (gracias por acercaros, fue genial volver a veros): Elena y Belén.
Con Belén pudimos estar poco rato, pero el ratito con Elena me supo a gloria... ¡¡¡Qué alegría el reencuentro!!! Ahora que hemos retomado, ¡no podemos dejar pasar mucho para la siguiente!
Después, comida con mi padre, su mujer y mi hermana allí mismo. Estuvo muy bien pero, para ser sinceros, yo ya me enteraba de poco. A veces me costaba seguir la conversación, porque el ritmo de los 10 días anteriores me tenía fundidísima.
Así que después nos despedimos de mi abuela, volvimos a Alcorcón y DESCANSAMOS. Bueno, un poquito. Pero era necesario.
Y, por la noche, cena-despedida-broche de oro: Natalia, Juan y Guille se acercaron y allí cerquita estuvimos en un Gino's. Guille algo molesto, pobrín, con sus dientecillos... Pero fue muy agradable, es una auténtica lástima vivir tan lejos, porque son de esas personas con las que quedaría varias veces por semana sin cansarme (¡no creo que ellos digan lo mismo de mí! Jajajajaja).

Con tristeza pero necesariamente, por la batería de mi cuerpo y el trabajo de Dani, hicimos (bueno, casi todo él, yo no podía casi mover los brazos) maleta, y al día siguiente, a casa.


Las niñas no lo han pasado tan bien como nosotros, pero bueno...


Hemos intentado que estuvieran lo mejor posible, y les damos estos disgustos muy de vez en cuando.

Se nos ha quedado gente por ver, espero ponerle solución pronto. Y ha sido genial, reconfortante, aunque apenas un bocadito de lo que me gustaría, ver a los que sí hemos podido. Gracias, de corazón, a los que habéis hecho esfuerzos para que pudiera ser. Ojalá repitamos muy prontito, aquí o allí, y tengamos más tiempo.

El reportaje fotográfico ha sido poco menos que escaso... porque somos unos linces: nos llevamos cámara de fotos y de vídeo, pero no sus respectivos cargadores. Arsa y ole por nosotros.

He vuelto muy cansadita, pero muy reconfortada. A pesar de la distancia física que nos impide achucharnos, por lo general estamos ahí unos para otros y, gracias a las tecnologías y la voluntad, mantenemos el contacto más o menos constante. Tocada por el momento delicado por el que están pasando algunas de las personas a las que quiero, algo frustrada por no tener un gadgeto-brazo para poder acercar una de mis manos más a menudo.
Eso sí: un achuchón de vez en cuando sienta de maravilla, y como suele ser recíproco, a ambas partes. El subidón moral que me ha proporcionado es lo que me está ayudando a llevar bien la inevitable factura física.

¡GRACIAS, GRACIAS, GRACIAS 
A TODOS!