lunes, 20 de octubre de 2014

Chucho Valdés y amigos ----- Homenaje a Bebo Valdés


Aunque ya han pasado casi 3 días, aún estoy flotando. Como siempre que voy a un concierto de este Maestro.
Cada uno de los que he tenido la suerte de presenciar es especial y diferente. Pero todos me dejan vibrando por dentro durante días.

En este caso, se trataba un concierto especial para Chucho Valdés, porque, aparte de ser benéfico (a beneficio de Cudeca -con quienes suele colaborar- y Una luz para Ezequiel), se trataba de un concierto homenaje a su padre, el grandísimo Bebo Valdés.
Por tanto, aunque siempre toca con el alma (y se nota... Lo transmite), aquí también puso el corazón.
Y todo eso, junto con la maravillosa música (aunque me parece muy limitado llamar "música" a lo que crea Chucho Valdés cuando toca el piano, porque supera ese término con creces, es más bien magia), flota en el ambiente, y hace que no sólo  disfrutes las dos horas del concierto, sino que, como decía antes, varios días después aún esté en el cuerpo, en la mente de los asistentes.

En el escenario estaban con Chucho Valdés The Afro-Cuban Messengers, que le acompañan en su último disco, Border-Free, y en su gira. Ya les vimos tocar juntos en El Portón del Jazz de Alhaurín de la Torre hace un par de años. El conjunto que forman me fascina, pero claro... Desde nuestro palco en el Tívoli (es lo que tiene que ir sobre ruedas... que no se puede acceder a muchos patios de butacas, y te ponen en muy buenos sitios, lo que se agradece), tenía un ojo puesto en la esquizofrenia manual de Chucho Valdés, que no deja de fascinarme por más veces que le vea tocar, y el otro en Dreiser Durruthy Bombale, de quien me declaro fan absoluta. Si a esto le sumamos que, al son de la música, había otro artista, a la izquierda del escenario, en este caso de la pintura, Noé, que también les ha acompañado en otros directos, haciendo una performance de la que resultó un precioso retrato de padre e hijo... Pues tenía los ojos como Marujita Díaz. El cuadro resultante me encantó. Empezó dibujando algo que parecía abstracto, pero que luego resultó este retrato que comento. Pero claro, lo pintó "al revés": hasta que dio los últimos retoques, las cabezas dibujadas estaban invertidas... Me hubiera gustado mucho pujar por el retrato (la puja también era benéfica), pero a la salida llevábamos algo de prisa: teníamos frío y mis manos, entre los aplausos y la bárbara humedad que hizo (Chucho Valdés tuvo que pasar un paño a las teclas en alguna ocasión, para que sus dedos resbalaran bien), no estábamos para "paraditas". Una pena.


Aparte de Noé, como artistas invitados-colaboradores, estuvieron Yamila Hernández Becerra, Genara Cortés, Celia Flores, Estrella Morente y Javier Ojeda: Para todos los gustos, de todos los colores.

Como guinda, cantaron todos juntos "Lágrimas Negras". Aquí hubo un pequeño fallo, y es que el micrófono de Estrella Morente no funcionó. Una lástima. Pero me hubiera parecido un bonito gesto, y más teniendo en cuenta que el concierto era benéfico, que alguna de sus compañeras se acercara para cantar las dos con uno que sí.
Ese mal sabor de boca nos lo quitó otro artista invitado, al que no esperaba ni el mismísimo Chucho Valdés: un espontáneo del público se subió a "bailar" mientras los artistas cantaban y tocaban. Momentazo de gloria.

Como suele ocurrir, y más teniendo en cuenta la humedad y el fresquito que hacía, al día siguiente pagué las consecuencias, pero mereció la pena. 
Tanto, que si me dijeran que mañana repiten, no me lo pensaría dos veces y volvería.

miércoles, 1 de octubre de 2014

Un ataque de lucidez


Una de las lecturas que Silvia Abascal recomendaba en "Todo un viaje" era ésta. Y a por ella me fui.

Desde LibroVicio's me ayudaron a encontrar el libro, y lo he colado (mucho) en mi pila.


Es el relato, en primera persona, del ictus que sufrió la neuroanatomista Jill B. Taylor y los 8 años que tardó en recuperarse casi por completo de sus efectos.

Un libro, me atrevería a decir, de lectura obligatoria para especialistas en neurología, médicos que también tengan alguna relación con esta especialidad (algún paciente con diagnóstico neurológico), familiares y amigos de afectados, afectados, por supuesto, y, en general, todo aquél que quiera saber un poco más. Sobre cómo funciona nuestro cerebro, sobre cómo se puede ayudar a alguien con problemas neurológicos, sobre algo que nos puede pasar a cualquiera (la MAV de la autora no estaba diagnosticada en el momento del ictus, es algo bastante frecuente).

Es, desde luego, una lectura interesante, instructiva e inspiradora. Pero, para qué engañarnos, también me ha hecho tener miedo. Bastante miedo.
No es que no supiera todo lo que puede pasar con un problema neurológico de este tipo. Es que verlo así relatado... Buff. Me ha obligado a ponerme en situación, a ver de cerca en lo que puede transformarse mi vida (al menos durante un tiempo), y me ha hecho sudar frío.

Me ha sorprendido la apertura de la autora, una científica, a la temática de las energías (tema para muchos "magufo"). Aunque antes de su accidente no lo tenía en cuenta, después vio la importancia de la percepción de esta realidad y de su aplicación a nuestro día a día.

Una de las partes más interesantes del libro son los 2 apéndices. En el A, plantea 10 preguntas para situarse en caso de duda. El B, Las 40 cosas que más necesité, me atrevo a transcribirlo aquí por la insistencia de la autora en la difusión de su mensaje. Me parecen 40 consejos interesantísimos, que cualquiera que trate con un enfermo neurológico (familiar, amigo, médico, personal de enfermería, terapeutas...) debe tener en cuenta. Aquí se enuncian, pero desde luego se comprenden mucho más ampliamente con la lectura del libro.

  1. No soy idiota, estoy herida. Por favor, respétenme.
  2. Acérquense, hablen despacio y vocalicen con claridad.
  3. Repítanse que deben suponer que no sé nada, y empiecen por el principio, una y otra vez.
  4. Sean tan pacientes conmigo la enésima vez que me enseñen algo como lo fueron la primera.
  5. Acérquense a mí con franqueza y pongan freno a su energía. Tómense tiempo.
  6. Sean conscientes de lo que me comunican su lenguaje corporal y sus expresiones faciales.
  7. Mírenme a los ojos. Estoy aquí. Vengan a mi encuentro. Anímenme.
  8. Por favor, no levanten la voz. No estoy sorda, estoy dañada.
  9. Tóquenme adecuadamente y conecten conmigo.
  10. Respeten el poder curativo del sueño.
  11. Protejan mi energía. Ni radio, ni televisión ni visitantes nerviosos. Sean breves en las visitas.
  12. Estimulen mi cerebro cuando tengo energía para aprender algo nuevo, pero sepan que una pequeñez puede dejarme agotada rápidamente.
  13. Para enseñarme, utilicen juguetes y libros educativos para la edad adecuada (niño pequeño).
  14. Preséntenme el mundo cinestésicamente. Déjenme sentirlo todo. (Soy otra vez un niño pequeño).
  15. Enséñenme con tareas de visualización e imitación.
  16. Confíen en que me estoy esforzando, sólo que no con su grado de habilidad ni siguiendo su horario.
  17. Háganme pregutnas de múltiples opciones. Eviten las preguntas de Sí o No.
  18. Háganme preguntas con respuestas concretas. Y denme tiempo para buscar una respuesta.
  19. No juzguen mi capacidad cognitiva por la rapidez con que puedo pensar.
  20. Trátenme con suavidad, como harían con un recién nacido.
  21. Háblenme directamente, no hablen entre ustedes de mí.
  22. Anímenme. Confíen en que me recuperaré por completo, aunque tarde veinte años.
  23. Confíen en que mi cerebro siempre puede seguir aprendiendo.
  24. Descompongan todas las acciones en pequeños pasos.
  25. Averigüen qué obstáculos me impiden hacer bien una tarea.
  26. Aclárenme cuál es el siguiente nivel o el siguiente paso, para que sepa a qué aspiro.
  27. Recuerden que tengo que dominar bien un nivel de acción antes de pasar al siguiente.
  28. Celebren todos mis pequeños logros. Eso me inspira.
  29. Por favor, no terminen por mí mis frases ni digan las palabras que no encuentro. Necesito hacer trabajar mi cerebro.
  30. Si no puedo encontrar un archivo viejo, insistan en crear uno nuevo.
  31. Es posible que quiera pensar que entiendo más de lo que entiendo en realidad.
  32. Céntrense en lo que puedo hacer, en lugar de lamentarse por lo que no puedo hacer.
  33. Háganme conocer mi antigua vida. No supongan que como ya no puedo tocar como tocaba antes, ya no me va a seguir gustando la música o un instrumento...
  34. Recuerden que, a falta de algunas funciones, he adquirido otras habilidades.
  35. Manténganme en contacto con mi familia, mis amigos y la gente que me apoya con cariños. Hagan un collage mural de tarjetas y fotos para que yo lo vea. Etiquétenlas para que pueda repasarlas.
  36. ¡Movilicen a las tropas! Formen un equipo para curarme. Avisen a todo el mundo para que puedan enviarme su amor. Manténganlos al corriente de mi situación y pídanles que hagan cosas concretas para ayudarme, como visualizarme tragando con facilidad o balanceando mi cuerpo para sentarme.
  37. Quiéranme por lo que soy ahora. No se empeñen en que sea la persona que era antes. Ahora tengo un cerebro diferente.
  38. Sean protectores conmigo, pero no obstaculicen mi progreso.
  39. Enséñenme vídeos en los que aparezca haciendo cosas, para recordarme cómo hablaba, andaba y gesticulaba.
  40. Recuerden que es probable que mi medicación me deje fatigada, además de reducir mi capacidad de saber qué se siente al ser yo.