lunes, 31 de marzo de 2014

Artistas DIY

El DIY está de moda. Pero algunos tenemos unas manitas que... bueno, sirven para rascarnos y eso... pero poco más. Entonces tenemos que recurrir a los artistas.
Como muchos sabéis, soy secretaria de vocación (de profesión ya -de momento- no puedo), y es bien sabido que el mayor valor de toda buena secretaria no está en saber hacer las cosas (no se puede saber hacer bien todo), sino en tener el teléfono del que sabe.
Y tengo la buenísima suerte de tener, no sólo el teléfono, sino la amistad de auténticos artistas que, cuando ven que pueden echar un cable para ayudarme, se ponen manos a la obra con aquello en lo que destacan. Algunos me ayudan con sus visitas, otros acompañándome al médico, y otros con apoyos más tangibles (y fotografiables).

Ya hace algo más de un año mi adorada Lourdes, una manitas de oro, cuando tuve una racha mala-malísima con mi ojo izquierdo, me hizo 3 parches divinos (que hasta dan ganas de ponérselos cuando no se necesitan) y dos neceseres para guardarlos.


La última colaboración me ha llegado desde Zaragoza.
Como estoy aprovechando mi jubilación para estudiar, pero mis condiciones físicas me limitan (y sigo con la costumbre, a pesar de las broncas de mis profesores en el colegio, de acercarme hasta dar con las pestañas en el cuaderno cuando escribo), tuve que apañar un altillo en mi escritorio, pero claro, "de aquella manera": una caja de cartón me servía para subir la zona de hacer esquemas a una altura en que mi columna no sufriera demasiado. Era útil, pero poco estético.

Así que nuestro padrino ejerció su cargo (no sólo con sus agradables, útiles y -de momento- no devueltas visitas), y se ha currado un altillo en condiciones. 
Sabiendo que le está dando a la madera (tendríais que ver los marcos y el billar que ha hecho, además de otros artilugios), le pedí una tabla sencillita, para ponerla en lugar de la caja. 

Pero él ha puesto su creatividad y su arte a currar, y lo que me ha llegado ha sido esta pocholada (útil. Una pocholada últil, ¿podéis creerlo?). 





Conociéndome como me conoce, no sólo ha tallado gatitos, ha incluido fotos de mis princesas y huellas por las que pueden guiarse para pisotear mis apuntes, cosa que les encanta, sino que lo ha hecho de tal manera que, con un simple giro a la tabla, el escritorio se transforma en un espejo-espejito mágico, de los sinceros, de los que dice "eres el espanto más espantoso de este Reino".

En definitiva: que estoy contentísima, que en cuanto mi cuello me lo permita (espero que sea entre mañana y pasado) voy a inaugurarlo retomando los dos cursos que tengo en marcha (uno atroz de Auxiliar de Veterinaria y otro de LSE), que entre contracturas, collarín, faringitis, fiebre y otros varios los tengo abandonados, y tengo que darme caña.

Si a alguien le ha gustado, o tiene alguna idea para "empocholar" su hábitat, debe saber que admite encargos. De momento, podéis dejar en los comentarios de esta entrada lo que os apetecería, y él en algún ratito os respondería (es una manera de hacerle que entre en mi blog. Le aburre soberanamente, como a la mayoría :p ).

(Podéis ampliar todas las fotos pinchando sobre ellas).

viernes, 28 de marzo de 2014

Las campanas al vuelo... han volado

Como no podía ser de otra manera.

Era muy consciente de mi casi milagrosa buena suerte al haber dado con un médico que se "complicara" y saliera de sota-caballo-rey con mi tratamiento y mi diagnóstico.
Pero me dio vida.

Ahora, después de todas las pruebas y consultas que me pidió, y estando a la espera de que vuelva a verme en abril para los resultados, ya me he desinflado.
No por las pruebas (aún no conozco los resultados), sino por los especialistas a los que me derivó para intentarlo con otro biológico. En concreto, me tocó otra vez con el doctor Cs. Su incompetencia y su soberbia han vuelto a escena. Y eso me complica la vida. Bueno, en realidad lo que complica es mi posibilidad de mejoría, pone trabas a mi esperanza.
Parece que no le ha sentado muy bien que otro médico (y menos un internista -tengo entendido que entre los especialistas están valorados a la baja-) le sugiriera qué tenía que hacer, cómo hacer su trabajo en mi caso. Bueno, en realidad, la sugerencia era que hiciera su trabajo... Le pidió que probara otro biológico conmigo, otro que quizá no me diera efectos secundarios tan brutos, y mejoraran mi estado. Pero la querencia del Dr. Cs con el Enbrel se puede calificar de obsesiva (eso, si pensamos bien. Si no... la cosa sería más grave). Así que se negó. Dijo que no se iba a arriesgar, con los efectos que me dio el Enbrel (chungos, realmente) a probar con otro diferente, a pesar de que yo le insistí en que, a pesar de mi miedo (cómo no tenerlo), estaba dispuesta a correr el riesgo. Pero él dijo que no.
Mi pregunta era obligada "Entonces, ¿cuál es la solución? ¿Morfina vitalicia?" y su respuesta, desalentadora: "Pues sí".
Todo esto se desarrolló en una consulta en la que no me miró a la cara (estoy convencida de que 15 minutos después nos cruzamos en el pasillo o la cafetería y no me reconoce), no me exploró ni quiso saber nada del posible nuevo diagnóstico (Síndrome de Behçet): era algo que, a lo largo de las revisiones hace ya mucho tiempo había sugerido yo desde mi ignorancia: mi estado no podía deberse sólo a la EA: o tenía algo más, o el diagnóstico estaba equivocado. Pero claro: eso le haría pensar, le haría trabajar... y da perecita.
Así que me pidió rx y analíticas (¿mirará los resultados en esta ocasión?), y me mandó a un internista "de su confianza". Yo le dije que ya me estaba tratando un internista, y estaba muy contenta con él. Pero él insistió, y tengo cita en unos días con "el nuevo". Supongo que no le dará tanto trabajo, que volverá a abrir el gran saco (parece el maletín de Mary Poppins) de la EA, e incluirá "resina" a mi tratamiento.




Pero no me conformo. No quiero conformarme. No PUEDO conformarme. Va mi vida y la de mi marido en ello.



Soy defensora de la sanidad pública. Pero con "profesionales" como éste, me planteo si no sería mejor que pudiéramos decidir, de la parte que nos descuentan en nómina e impuestos para la Seguridad Social, cotizar a ésta o a la mutua que nos pareciera mejor, respecto a seguro médico y pensión. También que, como los funcionarios y políticos, los trabajadores de la Seguridad Social (funcionarios, a fin de cuentas) no tuvieran tan segurísimo su puesto de trabajo. Si lo hacen bien, desde luego. Puesto asegurado y bien remunerado (también para evitar "tentaciones de laboratorios"). Pero si no hacen su trabajo, o lo hacen con intereses que amplían su nómina "de aquella manera"... a su casa. Siento ser tan dura, pero ya no es sólo por mí. Es que "médicos" como éste tienen en sus manos la salud de muchas personas. Y la productividad. Quizá alguno de sus pacientes, incluyéndome, podríamos volver a ser productivos, reducir nuestra invalidez con un buen tratamiento, y no ser una "carga" en cuanto a pensiones, sino colaborar siendo laboralmente activos. Al menos, fue lo primero en lo que pensé cuando el internista me habló de posible mejoría: en volver a trabajar, en ser productiva, a pesar de la situación actual, del paro, de la crisis... no podía pensar en otra cosa (bueno, sí, luego ya pensé en bailar, en hacer deporte, en viajar...). Pero, al igual que, cuando aún trabajaba y estaba de baja, en cuanto veía que podía levantarme de la cama pedía el alta voluntaria (en contra de las recomendaciones del médico que me trataba entonces), el día que vea que puedo comprometerme a hacer un trabajo con cierta regularidad y garantías para quien me contrate, no esperaré a una revisión del Tribunal de Incapacidad, sino que la pediré, espero no precipitarme otra vez, pero es algo que me obsesiona: volver a trabajar.
Y no creo que sea la única "inválida" (qué mal suena, coño) que piense y sienta así. Y con médicos competentes, que peleen y se rompan los cuernos probando tratamientos para mejorar la calidad de vida, que los hay, quizá un porcentaje significativo de estos casos podríamos conseguirlo.
También hay casos, no lo neguemos, que tienen una pensión de invalidez cuando podrían trabajar. No me entra en la cabeza, pero supongo que cuando estás sano "vivir del cuento" se ve de otra manera... Y creo que son minoría.
Pero para los que estamos realmente mal, los que sentimos que somos una carga para nuestro entorno y la sociedad, cualquier atisbo de poder dejar de serlo es una ilusión, un sueño. En algunos casos, realizable.
Ojalá también sea realizable en el mío.

jueves, 20 de marzo de 2014

Sobre el amor y la muerte - Émile Zola

Descriptivo título para esta colección de relatos sobre estos temas.

Dividido en dos partes, una para cada temática, las historias incluidas están ordenadas según el poder adquisitivo de sus protagonistas. Incluyen noviazgos, bodas, matrimonios, agonías y funerales...

Desde luego, no es temática alegre, pero más dramáticas que la temática son las conclusiones: yo aún no llego a tener claro si es mejor vivir estos sucesos siendo muy rico o siendo muy pobre...
Realmente no hace tanto tiempo de esa sociedad que aquí se describe, de las bodas "para unir apellidos", "por la dote" o "por amor" (las menos); de las agonías y funerales en soledad porque los herederos están repartiéndose el botín o porque la familia está buscando la manera de pagarte un médico o de sobrevivir, al menos ellos, consiguiendo algo para comer.

No sólo está colocado el amor en primer lugar porque va, cronológicamente, antes que la muerte. También para contrastar el efecto de las decisiones tomadas en ese aspecto sobre cómo se desarrolla y termina una vida. Quién estará a tu lado (si es que está), cómo y por qué. Si ese final resulta trágico o, por el contrario, un alivio (para quien finaliza o para quien se queda).

Resumiendo: a través de breves relatos con una temática común, hace una crítica social dura, que puede servir, a quien quiera, para tomar nota e intentar hacer las cosas bien en lo referente a su vida.

miércoles, 19 de marzo de 2014

Los 10 mandamientos para compartir el planeta con los animales que amamos

Una lectura dura, muy dura. Pero absolutamente necesaria.
Tanto, que creo que lo que en este libro se dice debería ser materia escolar obligatoria, con este libro como lectura recomendada.

Y es que somos unos puñeteros bestias, unos descerebrados, por mucho que vayamos de "animales superiores más evolucionados". 
Anda ya.

¿Qué pensarías de alguien que distribuye por su casa un par de periódicos deshojados y pringados con gasolina y, una vez ve su "obra de arte" se fuma un cigarrito delante para celebrar lo bonita que le ha quedado?
Pues eso es lo que estamos haciendo. Todos. Día tras día.
Unos más, otros menos. Pero lo estamos haciendo.

Cuando nos hablan de estos temas, la mayoría pensamos en exageraciones, en activistas obsesionados, incluso en gente que se está lucrando con ello. Y quizá algo de eso haya, no lo descarto. Pero también hay datos. Datos aterradores. Esta misma semana salía la noticia de que Stephen Hawking ha dado la voz de alarma: los recursos de la Tierra, oh sorpresa, son finitos. Y nosotros somos cada vez más, y cada vez menos cuidadosos.
Y no queremos ver.
Esto no es una profecía, no es imaginario. Es absolutamente real. Pero no queremos verlo. Al igual que no queremos leer libros como éste (reconozco que me costó seguir tras algunos pasajes que describían barbaridades especialmente duras). Barbaridades que, si no cometemos directamente, sí lo hacemos de forma indirecta el 99'9% apoyando con nuestro consumo a las industrias que los cometen.
Industrias que se han hecho propietarias del planeta de todos. No sólo de todos los humanos, sino de todos sus habitantes: animales no humanos y plantas incluidos.
Y que están ganando dinero a espuertas. Porque son muy listas. Pero no tanto como para darse cuenta de que ese dinero que están ganando no van a tener tiempo de gastarlo las (sus) generaciones venideras, porque no va a haber dónde.

Ahora estamos de lo más "entretenidos" con la crisis actual, con la política, con las leyes injustas, con los recortes... Pero todo esto nos está distrayendo de lo realmente importante.

Como dice este libro, cada uno, con nuestro granito de arena, podemos hacer. Y muchos poquitos hacen un muchísimo. En política, y en intentar que este planeta siga siendo habitable.
Y estamos obligados a hacerlo. Sobre todo los que están procreando (a los que no vamos a dejar descendencia... nos pillará algo, pero no la hecatombe, al menos eso espero... Pero quien tiene hijos, supongo que deseará que puedan tener un ciclo vital medianamente digno, con algo de esperanza). No sólo porque hemos sido nosotros los responsables de que se esté rompiendo. Sino porque, si queremos que haya un par de generaciones de humanos (y otras especies) más, hay que ponerse manos a la obra YA.

No es activismo, es instinto de supervivencia.

Eso, egoístamente.
Pero es que, además, no tenemos ningún derecho a disponer y torturar vidas ajenas. Ni de otros humanos, ni de ningún animal ni planta. Pero eso no nos entra en la cabeza, de puro superiores que somos. Nos hemos creído los dueños, los únicos con derechos. Y así nos va.

O cambiamos la actitud, o nos vamos a la mierda.
Allá nosotros.
La pena es que haya especies que estén pagando que, hasta ahora, esa decisión la hayamos tomado incorrectamente.



Cambiando un poquito de tema, un fallo grande que le he encontrado a la edición es que no está editado (o al menos no lo especifica) en papel reciclado / ecológico.
Se debería haber cuidado este "detalle".