Vuelvo a la carga tras el súper parón navideño.
Éste ha sido uno de los últimos libros que he leído, y aunque la lectura me ha durado más de lo habitual (últimamente no he podido parar ni para leer tranquilamente), la he disfrutado. No especialmente por su calidad literaria, que algo tiene pero no a raudales, sino más bien por su argumento: aventuras en la Venecia del siglo XV, entre las que la autora suelta algunas ideas que son auténticas perlas, amparadas por un contexto que puede ser real o no (no lo sé), pero desde luego es verosímil (para una paletilla tirando a jamona como yo, al menos). Sigue la tónica de los tan de moda últimamente masones y primos hermanos, pero sin centrar en ellos demasiado la atención: más bien se siguen las peripecias de un chaval de la calle, que descubre el amor, los palacios, técnicas culinarias y, sí, algo de iniciación en estas historias, pero sin abusar del argumento, y creo que eso es lo que más me ha gustado.
Algunas descripciones me han parecido maravillosas, y especialmente por ellas lo recomiendo.
Es un libro insustancial, pero con algún taquito de jamón por ahí...
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