sábado, 28 de mayo de 2011

Notas de un cura rockero

Quería conocer algo más del Padre Jony: después de haber escuchado su música, y leído algo acerca de su fundación, "Provocando la paz", quería saber algo más... y entonces supe de la existencia de este libro, que viene hasta con CD. 

Es curioso, el mensaje es muy bonito, algo esperanzador pero bastante ingenuo desde mi punto de vista. Me recuerda mucho a las ideas y conversaciones que tenía con 16 ó 17 años... pero claro, entonces estaba en el coro de la iglesia, así que supongo que es normal...

En las narraciones a veces se nota una calidad literaria ínfima, pero bueno, el mensaje sigue estable... Y es lo que cuenta en un libro como éste... y en las canciones, pues poca calidad poética: rimando infinitivos y esas cosas, pero no es lo mismo la canción que la poesía, eso cantado puede quedar hasta bien!!

miércoles, 25 de mayo de 2011

Tarde de distracción

Después de la movida con el reumatólogo, necesitaba "dispersar la mente", y fue lo que intentamos ayer.

Fuimos a ver la representación de "La bella durmiente" y "Canción de mar" por parte del Joven Ballet de Málaga en el Teatro Alameda. Vale que la representación no fue para tirar cohetes, se les notaba muy nerviosos, y algunas lo hacían fenomenal, pero otras estaban bastante nerviosas y rígidas... Bueno, el caso era ver ballet, que hacía ya muchos años que no veía ninguno, y recordar los "tiempos mozos". 
A mí me gustó más la primera parte del programa, "La bella durmiente", era ballet clásico, con música clásica y tutús clásicos. A Dani casi le da el gran soponcio por aburrimiento. Sin embargo, a él le gustó más (sin llegar al exceso) la segunda parte: "Canción de mar", baile contemporáneo, con música de Dulce Pontes y Andrea Bocelli.


A la salida del teatro, pasó algo curioso: sin venir mucho a cuento, porque "me dio por ahí", le dije a Dani que cambiáramos de acera, a la de la derecha. Y no llevábamos ni 10 metros caminados, cuando dice Dani... "Anda, mira a quién tenemos aquí": en un portal había una placa indicando la consulta privada del ¿Dr.? Calero, "reumatólogo", y de un fisioterapeuta que llevaba su mismo apellido. Vamos, que la noche era para olvidarme de él, y la cosa estaba de que no...


Después, como Dani ha tenido especial paciencia conmigo en los últimos días, le invité a cenar (eso sí: en mi restaurante favorito :p ). 

Comimos muy bien, cosas muy ricas y originales, y claro, no podíamos dejar de pedir la tortilla deconstruída... ¡un manjar!
También migas con huevo, una gelatina de pipirrana con bacalao y una fideuá de verduras (fideuá de fideos de cabellín tostados).
Completamos con un chupito, y ¡a casa! Que era martes y algo tarde ya.




martes, 24 de mayo de 2011

De médicos incompetentes y soberbios

Ayer fue un día de esos para olvidar... y todo por la consulta con el reumatólogo que tuve por la mañana. Me amargó el resto del día, me dejó bloqueadísima.

Bueno, explico toda la historia, porque si no, no me voy a entender ni yo. 
Cuando me vine a Málaga, empecé con un reumatólgo, el Dr. Cs. En un principio todo fue fenomenal: como ya traía mil medicamentos probados sin resultados buenos de Madrid, fuimos directamente a por el biológico. Y él tomó muchísimo interés en el caso. Cuando el biológico dio mal resultado, el interés del Dr. Cs por mi caso se desinfló, y tuve que buscarme la vida en urgencias, medicina interna y, finalmente, la unidad del dolor. Ahí se consolidó mi tratamiento con morfina (antes lo llevaba, pero con parches), y fue la excusa ideal para el reumatólogo para ya ni mirar los análisis de sangre en las revisiones semestrales.

Ante esta situación, y como yo creía que lo de la morfina era algo puntual, hasta encontrar un tratamiento que aliviara el dolor y pudiera dejarla, pedí una segunda opinión. Pedí que fuera con una doctora que me recomendó un compañero de asociación, pero ella tenía la agenda a tope, así que tuve que quedarme con el Dr. Co. Y, a pesar de su mala fama (cuando dije en la asociación que me había tocado con él les faltó compadecerme), mi primera consulta con él fue genial: me dio la sensación de que había algo que hacer, me dijo que se iba a tomar un interés personal en mi caso, y que iba a ser su reto que yo no tuviera que tomar morfina, y que tuviera un tratamiento adecuado a mi enfermedad. Con decirme eso a mí ya no me hacía falta nada más. Sabía que el proceso sería lento, pero tenía fe en que resultaría. 
A parte de esto, me dijo (con formas bastante bruscas, eso sí), literalmente que "le había hecho una putada al llevarle mi caso", porque tratar una espondilitis con morfina es matar moscas a cañonazos, y estaba pagando él el pato de que no me hubieran dado un tratamiento correcto. Esto se repitió en las siguientes sesiones, cada vez más enfáticamente.
Me prescribió un antiinflamatorio de última generación, el Arcoxia 90 mg., que estoy tomando hace varios meses y de cuyos efectos hasta la fecha no tengo noticia.
También me dio una nota que yo debía entregar en mi siguiente visita al equipo de la unidad del dolor que me trata, en la que les pedía que redujeran en lo posible mi ingesta de morfina. Ahí fue cuando añadieron a mi tratamiento el fentanilo, que es una sustancia que potencia los efectos de la morfina, por lo que a la hora de tomar rescate, en lugar de tomar 20 mg. de morfina, tomaría 10 mg. y si aún apretaba, el fentanilo.

Así más o menos hemos ido tirando hasta la consulta de ayer. Yo iba con miedo a una posible bronca del Dr. Co, porque, como llevo ya 3 meses largos de brote, no me ha sido posible reducir en nada la morfina "básica": si estoy tomando rescate de 10 mg. cada 2 ó 3 días, es absurdo reducir en 4 mg., la morfina de liberación prolongada que tomo cada día (tomo 12 mg., y quería intentar bajar a 8, según hablé con la unidad del dolor).
Al inicio de la consulta le dije esto, así como que lo que sí había mejorado enteros era la movilidad, gracias a que me había apuntado por mi cuenta a pilates, y estaba siendo milagroso. En principio, pareció que le parecía bien. De hecho, lo comprobó en la exploración. Y cuando terminó la exploración llegó el dramón: empezó con la historia de siempre, la bronca de la morfina, que si estaban matando moscas a cañonazos y que él no podía hacer nada. 
Debo hacer un inciso aquí para explicar que, cuando me decía estas cosas en las ocasiones anteriores, me callaba porque él es socio de la asociación, y de los pocos médicos reumatólogos con los que teníamos una esperanza de una efímera colaboración en algún momento, y como yo era la presidenta, pues no podía quedar mal, claro. Pero ese obstáculo ya no estaba, y yo iba muy mentalizada en este sentido, porque me sentía fatal al callarme cuando me decía esas cosas. Era poco menos que una acusación de yonqui, como si yo tomara la morfina por vicio. Y precisamente había cambiado de médico y llegado a él por lo contrario. Ayer cuando dijo esto, salté. Llorando como una tonta, pero salté. Lloraba por, como le dije, tener que contenerme por educación y no decir lo que pensaba de él. Todavía intentaba "defenderse" y seguía con el cuento de que tenía las manos atadas, que yo necesitaba una desintoxicación y rehabilitación como los drogadictos. Y me recriminó lo del pilates. Le dije que, si él no era capaz de darme algo que aliviara mi dolor y así me permitiera dejar la morfina, ni siquiera de mandarme a rehabilitación, no era mi culpa: no tengo por qué aguantar semejantes dolores porque él no esté suficientemente preparado (algo así, no recuerdo las palabras exactas). Y que no tenía por qué hacernos perder el tiempo a mí ni a mi marido para mirarle a la cara. Vamos, que se lió. Y ahí quedó la cosa: él me dio su teléfono para cuando yo no tome morfina y yo, el día que no tome morfina, llamaré, pero al médico que haya sido capaz de ayudarme a que no la tome dándome los medicamentos adecuados a mi enfermedad. (Ojalá sea pronto).

Vamos: un berrinche. Se me jodió el día, la verdad. Pero la parte buena es que al menos ya no perderemos más el tiempo con este "médico". Ahora a empezar de cero otra vez. Es angustioso.

Edito para añadir dos cosas:
* Se sintió ofendido cuando le dijimos que el antiinflamatorio que me había recetado no hacía efecto (más ofendida tendría que estar yo, que soy quien se está jodiendo el hígado para no reducir ni un poquito el dolor, ¿no?)
* En las consultas iniciales, me dijo que mi estado era demasiado grave para ser una espondilitis. Dudaba del diagnóstico porque yo estaba demasiado mal, y además a las mujeres suele afectarles menos. En la consulta de ayer me dijo que yo era hipersensible al dolor. Menudo gilipollas. Con la mitad del dolor que tengo yo cada día le quería ver yo, a ver si se daba a la morfina o se tiraba directamente por la ventana. Además, repitió varias veces que mi diagnóstico estaba confirmado. ¿Cómo? ¿Se lo había soplado el Espíritu Santo? Ya le podía haber soplado también un tratamiento adecuado y menos agresivo que la morfina.
Coño ya.

sábado, 14 de mayo de 2011

Propuesta

Suena a teoría conspiranoica, pero quiero proponer desde aquí a los departamentos de I+D, especialmente los dedicados a geología (sismología, climatología, y todas la -ías que puedan venir al caso, que no creo que sean pocas), que abran una línea de investigación en la que incluyan, desde una perspectiva científica, la interacción de los fenómenos que estudian con el cuerpo humano. 

Es de todos sabido que los "tullidos" en general notamos especialmente en las zonas dañadas de nuestro cuerpo cambios, por ejemplo, climáticos: si va a haber una tormenta, lo notamos, aunque no sepamos interpretarlo.

Esta semana he hablado con varias personas con diferentes problemas de salud a nivel músculo-esquelético (residentes en España). Y TODAS hemos estado hechas polvo, al menos desde el martes hasta el jueves. 
Cuando el lunes empecé a encontrarme peor (sigo siendo pesada con eso de que llevo 3 meses de brote ininterrumpido), y viendo el buen tiempo que hacía, fui a mirar la previsión meteorológica: ni rastro de peligro de lluvias ni bajadas de las temperaturas, ni viento (que también afecta). Qué raro. Y el martes estaba hecha polvo... y más hecha polvo me quedé el miércoles al leer lo de Lorca.

Siempre he pensado que estaban un poco cencerriles las personas que me venían con el "rollito Madre Tierra, que se pasa a buen rollito si me pasas el porrito", que no es que no crea en él, pero no hasta ser tan cansina. Ahora pienso que algunas definitivamente sí, lo estaban, pero otras tenían una teoría que me parece cuando menos admisible. Y desde que estoy con esta enfermedad e intento observarla y estudiar mi cuerpo, pues algunas me resultan bastante acertadas.

Y he pensado... Esto lo tienen que saber los de I+D, que para eso se supone que son los más listos e inteligentes (que NO es lo mismo).... ¿Por qué no abren una vía de estudio? Quizá las señales que emite nuestro cuerpo (sobre todo el de los tullidos) en este sentido, pueda ayudarnos a prevenir catástrofes o vete tú a saber hasta dónde podríamos llegar con esto en manos de personas inteligentes y que lo sepan manejar...

Bueno, pues si el motivo era que no se les había ocurrido, ahí les dejo la idea.

Suerte.



jueves, 12 de mayo de 2011

La increíble-increíble historia de mis enfermeras

Como ya canso de repetir, llevo 3 meses con brote casi ininterrumpido, y por tanto, estoy bastante desesperada. En los últimos 3 días, el brote ha decidido comprobar dónde está mi límite, apretando, y creo que ha dado con él. Ni morfina, ni efentora, ni paseítos, ni calor... NADA puede con este dolor y este insomnio. Las primeras 48 horas, Mariana no se separó de mi lado ni un momento. 


Anteanoche fue especialmente duro, y ella me estuvo acompañando con un constante ronroneo.

Anoche la pobre estaba cansadita, y durmió con Mordisquitos en el carrito de las toallas (pero me consta que me ha hecho varias visitas de control durante la noche).


Pero Cthulhu ha cogido el relevo. Suele ser más independiente, y desde que Dani se levanta no se mueve de la ventana del comedor, no se vaya a perder una gaviota. Pero hoy se ha quedado conmigo, haciéndome compañía, hasta que me he levantado.


Mordisquitos, como aún está en época infantil, de momento ha librado del turno de enfermería.



Los amigos del crimen perfecto (Andrés Trapiello)

Anoche, mi brote me ayudó a terminar este libro (gracias al insomnio de las dos últimas noches he acelerado el final de su lectura, recortándolo en al menos una semana). Y es que últimamente no leo a la velocidad de antes, pero como el caso es disfrutar...

Con la lectura de este libro he disfrutado, especialmente la primera mitad. El planteamiento global es: una novela negra, planteada como una novela de personas aficionadas o profesionales de la novela negra. Sospechas que puede terminar en eso, pero no estás seguro, porque la primera parte es una narrativa más general: la historia de los personajes que más relevancia cobrarán en la segunda parte, historia que ayudará a comprender por qué hacen lo que hacen en esa segunda parte. Me ha gustado mucho más esta primera parte. La segunda... pues eso: como termina derivando en novela negra, pues decepciona un poco lo facilón de meter este argumento.

La narrativa es ágil, aunque un poco chirriante en algunas expresiones que tienden a la pedantería; pero como no son demasiadas, tampoco es algo que estropee el resto del lenguaje y ritmo, que, insisto, está bastante bien.

Lo que me ha bajado a niveles ínfimos el disfrute es el panfletismo: en la novela hay quejas (de sus personajes, claro) acerca de la omnipresencia de la guerra civil y el hastío que les produce. Sin embargo, el autor no deja de colárnosla, poniendo en boca de alguno de ellos argumentos antifascistas. Qué bien hubiera hecho siguiendo el instinto de esos otros personajes que querían dejarlo todo en el presente, aunque los motivos vinieran del pasado. Por Dios ¿cuándo entrará en la cabeza de la literatura española (y el cine) que TODOS sufrieron en esa guerra? Y ante todo, que ya ha terminado. Hasta el franquismo ha terminado. 


miércoles, 4 de mayo de 2011

Cartas en el asunto


Después de alguna aventura para conseguirlo (pedido a Casa del Libro, anulado pedido, pedido a Fnac y por fin recibido), llevo más tiempo de lo habitual con este libro. Pero ha sido tiempo de disfrute. 

Esta novela tiene una ambientación de mayor actualidad que las anteriores, se mete en las tenebrosas aguas del mundo empresarial y sus politiqueos y chanchulleos, y lo describe a la perfección. He captado menos parte humorística (eso no quiere decir que haya menos, sólo que yo no lo he captado) que en otras novelas de la saga, pero el ingenio sigue afilado como la lengua de Vetinari.

Estoy deseando que publiquen la siguiente en cristiano.