Anoche, mi brote me ayudó a terminar este libro (gracias al insomnio de las dos últimas noches he acelerado el final de su lectura, recortándolo en al menos una semana). Y es que últimamente no leo a la velocidad de antes, pero como el caso es disfrutar...
Con la lectura de este libro he disfrutado, especialmente la primera mitad. El planteamiento global es: una novela negra, planteada como una novela de personas aficionadas o profesionales de la novela negra. Sospechas que puede terminar en eso, pero no estás seguro, porque la primera parte es una narrativa más general: la historia de los personajes que más relevancia cobrarán en la segunda parte, historia que ayudará a comprender por qué hacen lo que hacen en esa segunda parte. Me ha gustado mucho más esta primera parte. La segunda... pues eso: como termina derivando en novela negra, pues decepciona un poco lo facilón de meter este argumento.
La narrativa es ágil, aunque un poco chirriante en algunas expresiones que tienden a la pedantería; pero como no son demasiadas, tampoco es algo que estropee el resto del lenguaje y ritmo, que, insisto, está bastante bien.
Lo que me ha bajado a niveles ínfimos el disfrute es el panfletismo: en la novela hay quejas (de sus personajes, claro) acerca de la omnipresencia de la guerra civil y el hastío que les produce. Sin embargo, el autor no deja de colárnosla, poniendo en boca de alguno de ellos argumentos antifascistas. Qué bien hubiera hecho siguiendo el instinto de esos otros personajes que querían dejarlo todo en el presente, aunque los motivos vinieran del pasado. Por Dios ¿cuándo entrará en la cabeza de la literatura española (y el cine) que TODOS sufrieron en esa guerra? Y ante todo, que ya ha terminado. Hasta el franquismo ha terminado.
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