Haced vuestros propósitos de año nuevo, que esto se acaba...
Pasad muy bien lo poquito que le queda a 2011, y entrad a 2012 con buen pie, que va a ser un año duro en general.
Joñó, buscando la foto del gatito me he encontrado ésta. La pongo también para quien la prefiera... que luego se me quejan los fans de que pongo muchos gatos en mi blog...
viernes, 30 de diciembre de 2011
martes, 27 de diciembre de 2011
Maktub
Anoche fuimos a ver esta película, y pasamos un buen rato.
Pensé que iba a reírme más y que el argumento iba a ser mucho más flojo, pero me reí moderadamente y el argumento me gustó, me pareció sólido, hay donde agarrar.
Aunque haciendo una crítica maliciosa podría decirse que han cogido "4ª planta" y alguna (cualquiera) comedia americana de argumento familiar y navideño, y las han metido en una coctelera hasta que han llegado a este resultado. Varias resoluciones de los nudos argumentales son bastante
predecibles, por tanto. Pero aún así, merece la pena ir a verla.
El personaje principal, el de Antonio, es tierno y gracioso... El de Manuel, empanado con buen fondo... necesita dos tortas de la vida, y viene a dárselas un niño canario. Y afectan a todo su entorno.
Están maravillosas Rosa María Sardá y Amparo Baró en sus papeles y mejorables Goya Toledo y Aitana Sánchez-Gijón en los suyos. Pero no soy demasiado objetiva al hacer esta crítica: una tiene sus "ídolas".
Bueno, el caso es que es una película que recomiendo ir a ver, por el buen rato que hace pasar y la caña que da: las tortas las recibe Manuel, pero como los espectadores estamos presentes, pues algo de la onda expansiva nos llega. Y anima a cambiar para bien algunas cosas. Luego está en la mano de cada cual hacerlo o no, por supuesto.
miércoles, 14 de diciembre de 2011
La Cenicienta que no quería comer perdices
Es una historia rompedora, me recuerda al famoso correo electrónico que estuvo circulando hace un tiempo:
El cuento más corto y más bonito que has leído en tu vida
Había una vez un muchacho que le preguntó a una chica si se quería casar con él.
La muchacha dijo 'NO'.
Y la muchacha vivió feliz para siempre...................
Sin lavar, sin cocinar, sin planchar para nadie, saliendo con sus amigas, tirándose al que le daba la gana, gastando su dinero en sí misma y sin trabajar para ninguno.
FIN
...El problema es que de chiquitas, NO nos contaban estos cuentos...
Y... ¡NOS JODIERON CON EL CUENTO DEL MALDITO PRINCIPE AZUL!.........
Bueno... salvando las distancias, por supuesto
El caso es que el mensaje que intenta transmitir este libro me parece bien en general, pero me temo que las que lo leemos ya pensamos así: quienes necesitarían leerlo no van a coger una lectura... digamos... "tan rarita". Siempre hablando en términos generales.
Hay un sector que no han tenido en cuenta: el de las personas felizmente emparejadas, que viven eso porque es lo que realmente quieren. Pero eso es otro tema, que da para muuuuuuuuuuuuucho más que un triste blog.
Hay un sector que no han tenido en cuenta: el de las personas felizmente emparejadas, que viven eso porque es lo que realmente quieren. Pero eso es otro tema, que da para muuuuuuuuuuuuucho más que un triste blog.
Mi pero particular, lo que me ha agriado la lectura y me ha hecho ver todo este proyecto con otros ojos, no tan ilusos, es el tema de "la hada". No puedo con estas cosas. "El hada" no es lenguaje sexista, es gramática, por favor, no seamos tan, tan, tan... leche ya.
Es un tema que me toca especialmente la moral, porque entiendo que no es para tanto, pero es un tipo de mensaje y mentalidad que tengo asociado a un grupo determinado de personas bastante obsesivas y fanáticas con el temita, hasta conseguir el efecto contrario... Unas personas a las que tuve que decir "basta".
Así que mi objetividad, a partir de ahí, se quebró y no he podido recuperarla, por más que lo he intentado.
Debo decir que los aledaños del libro, la historia de las autoras, cómo está narrada, otras cositas que cuentan después del cuento en sí, me han gustado, y mucho. Y me han dado ideas y nombres que indagaré.
lunes, 12 de diciembre de 2011
Esto es una mierda
Tantos dolores, durante tantos días. En la cadera, en los hombros, en las manos, los codos, los pies, las rodillas, la mandíbula, el ojo, las muñecas, los talones...
La fiebre, que viene y va como Pedro por su casa.
La cojera: no puedo caminar como antes, "marcando ritmo" con mis tacones, no puedo bailar, ni siquiera aguanto caminatas. De hecho, ni siquiera puedo salir de casa todos los días.
Me estoy deformando: me voy encorvando, lo noto... Mientras no vuelva a pilates, voy a tener que volver a mis adorados tirantes ortopédicos... aún así, la parte del cuello tira hacia delante. Cuando me doy cuenta lo corrijo, pero no siempre me doy cuenta...
La mandíbula: los primeros movimientos para masticar después de algunas horas sin comer me provocan dolor, escalofríos...
La morfina tiene unos efectos secundarios inmediatos jodidos. Vale que el principal efecto secundario es bueno: hace que el nivel de dolor sea soportable. Pero los demás... no me centro, los nervios los tengo desquiciados (según en qué formato la tome, me altera o me relaja), la boca seca, el cuerpo hinchado...
El ojo me tiene harta. Duele, se reseca... y para eso no tengo tratamiento, de momento.
La artrosis complementaria en las rodillas, saber que ese dolor está indicando que, dentro de no mucho, tal como me dijo el traumatólogo, serán prótesis. A mi edad tendría que ponerme prótesis en las tetas, no en las rodillas.
Saber que todo esto va a ir a más, a peor. Que no existe esa frase agarradera "cuando me ponga bien". No. No me voy a poner bien. De hecho, me voy a poner peor, mejor disfruto de lo que tengo, porque en un tiempo lo echaré de menos.
Y lo que vengo a llorar hoy en concreto: las manos. Ha sido un golpe duro para mí. Me dolían bastante, sobre todo por las mañanas, desde hace bastante tiempo. Y ya es evidente que se están deformando, que cada vez están más torpes (dentro de que nunca he sido una manitas precisamente...). Y eso también va a ir a más, y es una mierda.
Y... claro, la guinda: el ánimo. Me cuesta tirar p'alante. Cuando hablo con personas cercanas intento estar de broma, que me cuenten cosas, cotilleos, lo que sea... me distrae. Me habla del mundo que no soy yo, mi ombligo y esta puta enfermedad. Pero hay días que ni para hablar con nadie tengo fuerzas, últimamente más que de costumbre. Y también soy consciente de que me hago pesada a algunas personas a las que sí llamo.
Vamos, para dar palmas.
Eso sí: hay una parte buena. Mis gatas me cuidan muy bien, pero el premio a la mejor enfermera del mundo se lo lleva, sin duda, Mariana, que no se aparta de mi lado. Que detecta, aún no sé cómo, cuándo estoy triste o cuándo aprieta el dolor, y mantiene el contacto físico, me hace cucamonas y carantoñas de lo más tierno, ronronea casi permanentemente... Sólo por esos ratitos ya casi hasta me da igual todo lo anterior.
La mandíbula: los primeros movimientos para masticar después de algunas horas sin comer me provocan dolor, escalofríos...
La morfina tiene unos efectos secundarios inmediatos jodidos. Vale que el principal efecto secundario es bueno: hace que el nivel de dolor sea soportable. Pero los demás... no me centro, los nervios los tengo desquiciados (según en qué formato la tome, me altera o me relaja), la boca seca, el cuerpo hinchado...
El ojo me tiene harta. Duele, se reseca... y para eso no tengo tratamiento, de momento.
La artrosis complementaria en las rodillas, saber que ese dolor está indicando que, dentro de no mucho, tal como me dijo el traumatólogo, serán prótesis. A mi edad tendría que ponerme prótesis en las tetas, no en las rodillas.
Saber que todo esto va a ir a más, a peor. Que no existe esa frase agarradera "cuando me ponga bien". No. No me voy a poner bien. De hecho, me voy a poner peor, mejor disfruto de lo que tengo, porque en un tiempo lo echaré de menos.
Y lo que vengo a llorar hoy en concreto: las manos. Ha sido un golpe duro para mí. Me dolían bastante, sobre todo por las mañanas, desde hace bastante tiempo. Y ya es evidente que se están deformando, que cada vez están más torpes (dentro de que nunca he sido una manitas precisamente...). Y eso también va a ir a más, y es una mierda.
Y... claro, la guinda: el ánimo. Me cuesta tirar p'alante. Cuando hablo con personas cercanas intento estar de broma, que me cuenten cosas, cotilleos, lo que sea... me distrae. Me habla del mundo que no soy yo, mi ombligo y esta puta enfermedad. Pero hay días que ni para hablar con nadie tengo fuerzas, últimamente más que de costumbre. Y también soy consciente de que me hago pesada a algunas personas a las que sí llamo.
Vamos, para dar palmas.
Eso sí: hay una parte buena. Mis gatas me cuidan muy bien, pero el premio a la mejor enfermera del mundo se lo lleva, sin duda, Mariana, que no se aparta de mi lado. Que detecta, aún no sé cómo, cuándo estoy triste o cuándo aprieta el dolor, y mantiene el contacto físico, me hace cucamonas y carantoñas de lo más tierno, ronronea casi permanentemente... Sólo por esos ratitos ya casi hasta me da igual todo lo anterior.
sábado, 10 de diciembre de 2011
Soy un gato
Pues no ha podido ser.
Qué vamos a hacer.
Tenía unas expectativas erróneas sobre este libro: pensaba que era el gracioso punto de vista de un gato que vive con una familia japonesa. Pero sólo he encontrado introducciones hechas por un gato (que no me cuadra a mí que los gatos vean así las cosas, la verdad) a los avatares de una familia, que me ha resultado pelín sosaina...
El fracaso ha sido mío en esta ocasión, está claro: el libro no es malo en absoluto, pero no es ni lo que me esperaba, ni lo que me interesa. Por lo tanto, sintiéndolo mucho, a la página 155 he llegado, y aquí me planto.
Tengo una pila suficientemente agobiante como para atascarme de esta manera con un libro que no estoy disfrutando...
domingo, 4 de diciembre de 2011
Un sombrero de cielo
Lo primero que quiero destacar en esta ocasión es la cuidadísima edición. Ole, ole y ole. Así da gusto. No han subido el precio habitual, y es tapa dura, con dibujos de los Nac Mac Feegles en los números de páginas, no he visto erratas... Muy, muy bien.
La historia, genial. Para mi gusto, de las mejores en cuanto a estructura (el principio no es demasiado denso, el final es prácticamente perfecto, faltaba la firma Disney por ahí, el cuerpo de la novela se desarrolla sin zonas muy densas...), aunque es cierto que no es de los más graciosos. Me he reído leyéndolo, casi siempre tenía una sonrisa de medio lado (¿cómo no tenerla cuando aparece Yaya Ceravieja?), pero no he soltado las carcajadas viscerales que me han arrancado otras historias de Mundodisco: cada una tiene su fuerte.
Ha sido gracioso leer el acentiño de los Nac Mac Feegles, no podía dejar de pensar en alguien a quien conozco (hola, Toño), le pega el papel, hasta por la voz.
Además, el colmenero me parece un "monstruo" curradísimo, es una amenaza muy bien elaborada, imaginativa...
Los personajes secundarios también están estupendamente trabajados, hay alguno que merecería novela propia.
Leche, que tiene hasta su pequeña moraleja, su poquito de enseñanza filosófica (aprende, Paulo Coelho).
Resumiendo, una GRAN novela, por muy juvenil que sea: no por ello menos elaborada ni complicada (más bien al contrario).
Fantástica para kevingelizar.
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