Gracias a esta obra he podido comprender cómo vivían, especialmente las mujeres, su "cortejo" en esta época. Y creo que de forma todo lo objetiva que puede ser una mujer con este tema. Que es poca. Hay perlas en este libro como para aburrir... cuando, en un libro, me encuentro con un párrafo memorable, lo suelo encerrar entre corchetes a lápiz y poner una tira post-it para señalarlo... Este libro parece, después de pasar por mis manos, el ejemplar de la Biblia de un pastor de ovejas descarriadas. Pero es que no lo podía evitar. Entre la carcajada, el asombro y el más absoluto terror, leía cosas como:
Leemos diferentes artículos, y una cosa queda clara en nuestro espíritu femenino: que en resumidas cuentas, ¡por fin!, hay un Estado que se ocupa de realizar un sueño de tantas mujeres españolas:
el ser amas de casa.
(Después de leer esto tuve que respirar hondo unas cuantas veces)
O:
Tenemos que tener detrás de nosotras toda la fuerza y decisión del hombre para sentirnos más seguras, y a cambio de esto nosotras les ofreceremos la abnegación de nuestros servicios y el no ser nunca motivo de discordia. Que éste es el papel de la mujer en la vida. El armonizar voluntades y el dejarse guiar por la voluntad más fuerte y sabiduría del hombre.
(Aquí ya iba estando curada de espanto)
O la demoledora frase:
La novela rosa acaba siempre donde comienza la vida: en el matrimonio.
El libro entero está sembrado de estas manifestaciones del pensamiento de una época de la que no hace tanto. Me cuesta asimilarlo. Me cuesta mucho.
Entiendo la lucha que ha tenido que haber para que eso cambiara (aunque no que sigan ahora dale que dale pedales), aunque me costaba entender por qué había tantas mujeres que no se revelaban, que lo asumían, aceptaban y hasta defendían... en este ensayo se explica perfectamente cómo se llegó a ello.
Como digo, durante esta lectura he soltado carcajadas histéricas, he abierto los ojos (no sólo a "la verdad", sino como platos) y he aprendido muchísimo más que con otros que, de tan politizados y deseosos de encarrilar pensamientos (algo que se supone que critican), dejan de ser creíbles y hasta interesantes.
Algo que gracias a esta maravilla he podido aprender también es a entender mucha parte del por qué de la fama de La Codorniz. Yo leía los chistes, leía algún fragmento... y sí, pero no... no terminaba de entender dónde estaba lo revolucionario de esa publicación (a parte de atreverse a decir ciertas cosas en esa época). Ahora ya he aprendido (y gracias al préstamo de un buen amigo puedo practicarlo), y pienso ponerme a la tarea en cuanto consiga despejar un poco la mente: ha sido una lectura instructiva, divertida, muy interesante... pero intensísima.
Carmen Martín Gaite demuestra que no sólo es una maestra de la narrativa con sus maravillosos relatos y sus novelas inolvidables, sino que domina el arte del ensayo mejor que muchos escritores que se centran en esa disciplina.
(Por cierto, uno de mis sueños que, al menos en esta vida, no podré cumplir: asistir a una "merendola" con buena conversación entre Carmen Martín Gaite y Verónica Forqué. Me lo apunto para la próxima.)
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