Me ha ocurrido en varias ocasiones: tras leer algún libro autobiográfico o de opinión de algún autor de ficción que me encantaba, le he terminado cogiendo tirria. Y la lectura de sus novelas no me ha vuelto a resultar tan placentera.
Es como si ese acercamiento a su intimidad rompiera una frontera y permitiera pasar justamente lo que menos me gusta del escritor.
Las veces que he buscado este tipo de lectura ha sido intentando escarbar en ese mundo interior del que salió una (o mil) historia que me fascinó o incluso, por qué no, intentando establecer alguna similitud con el mío, para no perder la esperanza de parir, alguna vez, una historia tan maravillosa como la que me haya encandilado.
Por supuesto, con autores más modestos a los que he conocido en persona, ha ocurrido lo mismo: al leer sus libros oía su voz narrando, le veía frente a mí. Y por bien que me caiga a nivel personal, no puedo disfrutar de sus novelas como lo haría si la hubiera escrito un desconocido.
Sé que hay gente a la que le ocurre al contrario: precisamente por conocer al autor en persona, o tener algún dato "especial" de su vida, disfrutan muchísimo más de sus libros. Llegando incluso a magnificar el escrito, una especie de fenómeno fan.
Hay también casos extravagantes de quien colecciona "amigos escritores", como si este hecho diera caché a su persona, pero eso es otro asunto (que no deja de hacerme cierta gracia).
Una cosa es conocer pequeñas pinceladas biográficas (época en que vivió, edad a la que escribió la obra, situación política o incluso familiar en ese momento...), es información que puede resultar valiosa antes y durante la lectura, para interpretarla con mayor exactitud. Después tiene poco sentido, salvo para hacer un análisis profundo; pero otro asunto es ya meternos en su vida, sus opiniones, sus gustos personales respecto a asuntos que nada tienen que ver con la historia que nos cuenta (dentro de que todo está relacionado... Si al autor le gusta el helado de chocolate probablemente en algún momento de la historia un personaje mencionará uno...).
Todo esto viene a cuento de mi última lectura: "Sangre de mi sangre".
Mientras lo leía, he sentido a veces rabia por las ideas sobre educación que expresa, pero especialmente por ciertas circunstancias vitales que no cuadran con la ideología que la autora defiende en algunos artículos de opinión que he leído puntualmente.
En este libro no cuenta una de esas maravillosas historias a las que nos tiene acostumbrados. Es autobiográfica: habla de su experiencia como madre de ¡5! criaturas, de cómo se ha sentido en algunos momentos de la crianza, de anécdotas (¿cómo no va a haber anécdotas de todos los colores con 5 churrumbeles en casa?), de momentos importantes en la educación de sus hijos...
Su narrativa no deja de ser estupenda, pero lo que cuenta no sólo no me ha interesado especialmente, sino que, como digo, en algunos casos, directamente no me ha gustado.
Si tenemos en cuenta que me ha pillado en una época de bajón lector (entre otros)... Tenemos el chasco que me he llevado.
Como decía antes, es muy probable que a otros lectores les encante este libro, lectores que disfrutan indagando en la vida de sus autores favoritos, a los que les supone un aporte positivo. Que incluso, después de su lectura, disfruten mucho más con posteriores lecturas de ficción de Rosa Regás, gracias a haber establecido cierta complicidad a través de este libro (creo que se publican, en muchos casos, con esta finalidad).
Pero en mi caso, entre la temática (no es secreto que tengo instinto maternal en negativo, y que mi relación con los niños intento que sea nula) y que no es ficción, incluso es demasiado personal... No.
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