Hacía eones que no leía a Coelho. Como para mucha gente, un libro que me impactó mucho cuando era bien jovencita fue "El alquimista". A partir de ahí leí otros suyos, quizá el que más me gustó fue "Verónika decide morir".
Pero un día le llegó el turno a "La quinta montaña" (creo... ¿O fue "El peregrino de Compostela"?... bueno, da igual) y me saturó mucho. Así que no leí nada más suyo.
Y en mi pasado cumpleaños me regalaron este libro.
Como historia, es interesante: habla del viaje en el Transiberiano del autor, de las paradas, la gente con la que se encuentra por el camino en sus firmas de libros y posteriores fiestas... Es decir: aisladamente, como argumento, está bastante bien.
Luego, si se quiere, se puede ver más allá, aprender algo o tomar notas de carácter espiritual, aunque no te identifiques con esa creencia, esa forma de pensar, no deja de ser curioso saber cómo piensan y sienten otras personas.
Es curioso, pero dejé de leer a un autor que más o menos me gustaba (salvo la excepción mencionada), con cuyos libros disfrutaba, en buena medida por el "qué dirán". Muchas personas de las que me rodeo de unos años a esta parte (muy leídas y muy "escribidas" la mayoría) rechazan a Coelho, no sé si habiéndole leído o no, o quizá sólo han leído algún artículo o fragmento, porque le toman por un "palabrero", alguien que se aprovecha de los momentos bajos de sus lectores escribiendo lo que quieren leer, lo que les gustaría escuchar: que todo va a ir bien, que hay un Dios... Algo en la línea de la autoayuda. Pero eso me parece una tontería muy grande. Me refiero a dejar de leer algo por ese motivo.
Así que, cuando me regalaron el libro, me hizo mucha ilusión, no sólo por el regalo, sino porque suponía volver a tomar contacto con el autor.
Es verdad que todo el realismo mágico, a gente muy escéptica, le chirría mucho. Pero qué narices... yo no soy escéptica. Al menos, no tanto, o no en esa línea.
Y la lectura me ha venido genial para retomar esa parte de mí misma que tenía orillada.
Alguna vez lo he comentado por aquí: no tengo unas creencias firmes, definidas. Tiendo al catolicismo, quizá por la educación recibida en los colegios, pero no descarto otras posibilidades, o variaciones dentro de las corrientes. No me gusta descartar nada, porque tan incierto es que hay Dios como que no lo hay; que es mujer como que es hombre; que es cruel y vengativo como que es todo bondad... De hecho, me gusta, por lo general, saber lo que piensan los demás a nivel teológico o espiritual, me resulta muy curiosa la variedad de formas que puede adoptar. La de Paulo Coelho no deja de ser una más, pero gracias al éxito de sus libros, quizá con más repercusión que otras.
domingo, 17 de marzo de 2013
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