Así que fuimos el pasado jueves (en este caso, Dani se ha librado, y ha venido conmigo mi madre, que está aquí de visita unos días), con tiempo, aunque no tanto como hubiera querido porque algo tenía que descansar antes. Iba con un poco de ansia porque creí que íbamos a quedarnos sin entradas: sólo se vendían a partir de una hora antes del concierto en la misma taquilla, e imaginé que habría cola antes de que la abrieran. Pero no sólo no ha llenado, sino que hemos podido sentarnos en primera fila. ¿Qué os ha pasado, malagueños?
Según el programa, el repertorio incluía a Bach, Beethoven, Chopin, Albéniz, Lecuona, Debussy, Korsakov, Gershwin, Ellington y Bebo. Todos ellos versionados por Chucho Valdés. Como le han presentado, el pianista más grande en activo. Estoy completamente de acuerdo: te hace vivir la música, incluso a los clásicos, cuya partitura no suele variar entre uno y otro intérprete, y a los que estamos más que acostumbrados a oír, les da su toque, ese toque que hace que la música esté viva y que tanto me gusta.
En el repertorio, como homenaje al nuevo Papa, ha incluido un tango: "El día que me quieras". Delicioso.
Esta vez no he podido ver sus manos, como me gusta por el vértigo que produce; pero sí sentir la música, muchas veces aceleradísima en los agudos y más lenta, muchísimo más en los graves, te da una idea de la maestría de este hombre, aunque no sepas tocar el piano ni entiendas demasiado de música.
Con dejarte llevar, cerrar los ojos y vibrar con su música, tienes un rato de disfrute garantizado.
Me gustaría destacar alguna de las piezas, pero es que cada una tenía su "aquél", cada una en su medida ha sido fascinante.
La sala en que actuó también merece mención aparte: un edificio del siglo XV precioso, con las paredes de mármol y unos frescos en el techo divinos. Merece la pena ir a verla.
Ha sido, en fin, un concierto maravilloso. Quizá no tanto como el que ofreció hace casi un año en Alhaurín de la Torre, después del que me costó mucho dormir por cómo se apoderó la música de mí. Pero más que "no tan maravilloso" ha sido... diferente: menos vibrante, pero delicioso. No me canso de escucharle, especialmente en directo.
Espero tener pronto una nueva oportunidad de asistir a otro de sus recitales.
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