Permitidme ser hoy yo quien se queje.
Permitid que, entre una queja y otra de las vuestras, de
vuestra gripe, de vuestra depresión porque es martes, de vuestro hastío de los
atascos, cuele una mía. Porque necesito quejarme. Necesito expresar y hacer
saber que yo también estoy hartita. Hartita de vomitar a todas horas, de
levantarme por la mañana (sí, a la hora que me dé la gana) porque no aguanto
más tumbada, porque el dolor de cadera, de rodillas y de hombros no me deja
seguir durmiendo, a pesar de que, aunque me acosté relativamente tempranito, no
he dormido casi (¡y me he levantado a las 11! ¡Un martes!). Me costó coger el
sueño, leí casi 100 páginas hasta que pude conciliarlo. Una vez conciliado, me
desperté de madrugada, porque me dolían las rodillas de tal forma que no podía
seguir durmiendo. Tuve que levantarme a dar un paseo, estirar un poco las
piernas, y después volver a leer mientras volvía a coger el sueño. Pude volver
a dormirme, y un par de horas después, me desperté con sudores: una pesadilla. La
morfina es lo que tiene, que cuando estás despierta tienes alucinaciones
(especialmente de noche) y cuando duermes, esas alucinaciones se siguen
produciendo en tu mente, pero en forma de sueño. Bueno, de pesadilla más bien.
Aún así, pude relajarme. Después de otro paseo, claro. Cuando me acosté, sentí
que el mundo se vertía: empecé a marearme de tal forma que tuve que abrazarme a
Dani. Eso me ayudó, me tranquilizó. Y me permitió volver a coger el sueño con
algo menos de miedo a que se repitiera la pesadilla. Quizá volviera, pero me
estaban abrazando… Parece una tontería, pero da seguridad. Permitidme también
quejarme porque, al despertar ya por la mañana, no sólo me dolía la cadera, las
rodillas y los hombros: prácticamente no podía abrir el ojo izquierdo.
Cualquier atisbo de claridad me provocaba un dolor tremendo, y sigo así. He
tenido que hacerme un parche casero con un guante de lana y una goma del pelo.
Parezco un pirata cutre. Pero bueno, algo me consuela el calorcito que me
proporciona. Y evita que la claridad me deslumbre. Algún ratito me he quitado
el parche, porque es muy incómodo. Y he comprobado que veo bastante peor por
ese ojo: ya está en marcha la “degeneración”. Ya estoy perdiendo visión. Al
igual que está en marcha el anquilosamiento, me estoy encorvando cual Igor, y
mis extremidades, especialmente cadera y hombros, tienen menos grados en el
arco de movilidad que tenía antes. Antes. Cuando estaba bien.
Cuando sólo tenía
dolor. Por no tener, no tenía ni diagnóstico. También está en marcha la transformación
de mis manos: ¿habéis visto las representaciones que se suelen hacer de las
manos de las brujas, todas torcidas, escamosas y con ampollas (perdón,
ampichas)? Pues así se me están quedando. Eso sí: con las uñas siempre
pintadas, que la coquetería no perdona. La coquetería intenta aceptar lo que
hay, lo que está viniendo, pero le cuesta.
En fin: perdonad toda esta ristra de desgracias, pero
necesitaba vomitarlas, al igual que he vomitado el desayuno, y la cena de
anoche.
Pero es que yo también necesitaba quejarme hoy.
Que es lo q te pasa? alguna enfermedad degeneratva?
ResponderEliminarEs una gran putada,solo puedo darte animos y desearte que te apoyes en la gente que te quiere que seguro q es mucha. bss
¡Hola! Sí, es Espondilitis Anquilosante. Y hoy está especialmente guerrera ;)
ResponderEliminarSí, y me descojono de quienes, cuando les dices que tienes una enfermedad chunga, te responden "ah, pues yo tengo X" donde X es una gilipollez cualquiera, la primera gilipollez que se les ocurre. Afán de protagonismo, pero cutre cutre. Que se vayan a tomar por saco.
ResponderEliminarY tú quéjate, que no conozco a nadie con más motivos para hacerlo. Te quiero.