Hace tiempo que quiero escribir sobre este tema (para desfogarme, para plasmarlo en palabras y así intentar comprenderlo mejor, como siempre), y últimamente cada vez más, pero antes de hablar de esto, quería comentar el tema de los ombligos, que llevaba barruntando hace tiempo también, y está bastante relacionado.
A pesar de la supuesta libertad de expresión y opinión, no siempre se respeta el derecho a opinar y argumentar. Y no hablo de la ley, sino del día a día. Es algo que llevo observando bastante tiempo. No sólo públicamente (en el Congreso, en la televisión, en tertulias de radio...) sino entre "particulares", en conversaciones de temas calientes con amigos, en foros de opinión, incluso en blogs o páginas de noticias que admiten comentarios.
Últimamente esto se ha hecho más patente: la actualidad, especialmente política, lo pone en bandeja. Uno de los temas que más ampichas está levantando es la nueva ley del aborto que pretenden aprobar.
En un blog que hablaba acerca de ello, he llegado a leer un comentario en el que a alguien, por decir que estaba en contra del aborto, se le ha llamado de fascista en adelante. Incluso he leído, a personas de una u otra idea, decir a quien pensaba de la forma "contraria" que gente así no debería existir, y deberían morir. Lo peor es que me ha dado la sensación de que REALMENTE desean esas muertes. O, al menos, si no tanto, sí que les gustaría que no existiesen personas que piensen de esa "otra" manera.
A este respecto recuerdo que, al leer un comentario sobre este tema, se me alzó una ceja... Alguien que se autoproclamaba "provida" decía que todas las que iban a abortar deberían morir en la operación. Aún no lo he digerido, creo que hay algo que no entendí.
Hasta tal punto llega nuestro fanatismo (y hablo en segunda persona del plural porque también hay temas con los que yo me obceco), que llegamos a la maldad: he escuchado algunos comentarios sobre el cáncer de Pedro Zerolo o los que, en su día, provocaron el accidente de Cristina Cifuentes o el accidentado vuelo en helicóptero de Esperanza Aguirre y Mariano Rajoy que me han hecho sentir vergüenza ajena, por decirlo suavemente. Alegrarse de algo así, sólo porque le ha ocurrido a alguien que tiene una ideología diferente a la tuya, lo siento, pero es maldad. No es de recibo. Desea que se retiren de la política, que se dediquen a otra cosa... Pero no un cáncer o la muerte. No. Eso es cruzar un límite muy chungo.
Esta "censura" llega hasta el punto de que si, en una conversación de cualquiera de estos temas entre amigos, se da el caso, por ejemplo, de que estás de acuerdo con lo que ha dicho un personaje público, pero la mayoría no... Es mejor que te calles mientras todos le ponen a parir, salvo que quieras ser lapidado, incluso perder amistades. ¿Estamos tontos o qué?
Hay algo que me reconcome especialmente, y está basado en mi experiencia personal. Espero que se deba sólo a que he tenido mala suerte, y no sea lo habitual. Salvo algún "extraviao", por lo general, los defensores de la libertad de una mujer a la hora de decidir un aborto son los defensores de las libertades en general. La de opinión incluida. Pero se ve que no. Al menos, insisto, según mi experiencia.
En algunas conversaciones en las que he participado, o que simplemente he podido presenciar, sobre algún tema espinoso, en las que había tanto defensores como detractores de un determinado punto de vista, los más intransigentes eran los "liberales". También se da el caso de personas conservadoras con esta cerrazón, pero me llama mucho más la atención de alguien que se define como liberal. Incluso, cerca de mí hay gente con esta orientación ideológica que no se relaciona con X persona porque "son cerriles" (vamos, que no se han dejado convencer de su punto de vista), incluso "son unos fachas" (traducción: tienen una forma de ver las cosas más conservadora). Ellos pierden. Sobre todo, por esa negativa a no sólo respetar, sino estar abiertos a que cierta forma de ver o hacer las cosas no sólo es posible, sino en algunos casos quizá sea más efectiva que la que ellos propondrían.
Por lo general, me gusta presenciar, incluso participar, en discusiones respetuosas sobre temas "calientes": en ellas se aprende mucho, sobre todo si participan personas bien informadas del tema que se trate. Además, me ayudan a formar mi propia opinión respecto a algunos temas (tengo un buen cacao ideológico: no me siento "liberal" ni "conservadora". En algunos casos creo que unos tienen razón, y en otros creo que lo que dice la otra parte se acerca más a lo que yo pienso). Pero pocas veces tengo esta oportunidad. Enseguida salen los "facha", los "rojo"... y en ese momento me doy por vencida: no voy a tener la oportunidad de escuchar puntos de vista razonados e interesantes (esté de acuerdo con ellos o no).
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