El domingo, por fin, fuimos a ver esta obra, al Teatro Alameda. Habíamos intentado ir a verla en Madrid varias veces, pero por una cosa u otra no pudo ser, y nos quedamos con las ganas. Al ver que la ponían aquí, compramos enseguida las entradas (¡como que las compramos en febrero!). Y merece con mucho la pena.
Es una obra con la que te ríes a carcajadas, cantas, das palmas, sonríes con nostalgia, rescatas un poquito al inocentón que llevabas dentro... Te llevas muy buen sabor de boca, sobre todo por la piruleta que te regalan. Eduardo Aldan está fenomenal (actuando y de lo otro).
Debo decir que no disfruté la obra todo lo que hubiera podido, porque iba con bastante fiebre, y porque mi afonía me impidió cantar como me hubiera gustado: a pleno pulmón. Eso de ver a Dani cantando Los Mosqueperros y yo sólo dar palmas... En fin, otra vez será. Ya le torturaré con el disco cuando recupere la voz.
Eran uno dos y tres.... :P
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