Ay, qué manía tenemos de hablar sentando cátedra para que lo que decimos no sólo sea dado por correcto y verdadero, sino por universal.
Me da mucha rabia.
Después de leer el prólogo (casi más largo que el cómic en sí) me sentí muy enfadada. Al mismo nivel, más o menos, que cuando leí "La Cenicienta que no quería comer perdices". Y es que no me gusta que se generalice ni se den por válidas ciertas ideas que tienen que ver con creencias o sentimientos de otras personas. De muuuuuchas otras personas. Pero parece que cuando se hace en nombre del feminismo, de la "libertad", de la "libertad de pensamiento"... se tiene derecho a pensar y sentir por los demás ("pobrecitos, están taaaan atrasados creyendo en ese Dios, creyendo que aman a esa persona, o viviendo de esa manera...").
Ay, no puedo con ello.
Una gran mujer, en nombre de la cual se intenta obligar a pensar de cierta manera, idolatrada por muchos fanáticos, Clara Campoamor, precisamente defendía lo contrario: defendía la libertad, aunque esa libertad implicara ir en contra de sus propias ideas políticas. Pero esta parte de su pensamiento se suele dejar en segundo plano, porque no interesa. Interesa hablar de libertad para dirigir el pensamiento, las creencias y los actos. Tiene guasa.
Y esto ocurre nuevamente con este prólogo: da por hecha la esclavitud absoluta, de todas esas mujeres y en todos los sentidos. Y parte de razón tiene: muchas están obligadas a vivir como y con quien no quieren. Y es un drama. Eso no quiere decir que, en caso de tener libertad absoluta, algunas de esas mujeres no eligieran seguir creyendo en ese Dios, viviendo esa vida y vistiendo como lo hacen. Lo necesario no es arrancarles el burka. Sino darles la libertad y los medios para que, si quieren, se lo arranquen. Y si no, que se lo queden. Lo dice mucho mejor Terry Pratchett en "Brujas de viaje": "No se puede ir por ahí construyendo un mundo mejor para la gente. Sólo la gente puede construir un mundo mejor para la gente. Si no, es solamente una jaula".
Pero eso no suena nada progre...
De hecho, en la contraportada pone, literalmente:
Actualmente, en el mundo hay aún muchas mujeres esclavas de una absurda tradición: el burka.
Vale. Si ya empezamos criticando algo relacionado con unas creencias de otras personas atacándolo, llamándolo "absurdo", estamos perdiendo razón...
Respecto a las viñetas en sí... bueno, no están mal.
Algunas son francamente ingeniosas. Divertida creo que ninguna, al menos para mi sentido del humor.
Pero es posible que lo haya leído condicionada por el prólogo. Cuando empecé con el cómic en sí confiaba en que no siguiera en la línea del prólogo, pero al terminarlo, he llegado a la conclusión de que Anne-Marie Lizin simplemente intenta justificar, mediante argumentos que están de moda, las viñetas de JacPé.
Hale, ya me podéis poner a caldo.
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