Llevo una rachita...
No sé si es por el brote, no sé si es por la gripe, no sé si es por el gobierno... el caso es que no me centro. Así, en varias cosas en general. Y a mi faceta lectora, pues también le ha pillado, claro. No iba a ser menos. También en esta faceta ha influido otro factor: el listón estaba MUY alto. Mis dos últimas lecturas (completadas) fueron de Terry Pratchett y de Carmen Martín Gaite. Y superar eso es difícil.
He dejado a medias (bueno, ni "medias", a primeras) un par de libros: "Gilead", del que leí unas 60 páginas, y que me aburrió soberanamente. La historia en la contraportada prometía, pero claro, así resumida. Cuando la contraportada se extiende sólo en texto, no en argumento... pues ya se puede escribir bien, que no hay tu tía: aburre.
El otro libro que he dejado ha sido "Gógol en el Palacio de El Pardo". Tenía buena pinta cuando lo compré, lo prometo. Tenia pinta de divertido. Un tocho de más de 1.000 páginas, ya podía serlo. O ameno, al menos... Pero no pasé de la primera parte (unas 60 páginas también). El caso es que no estaba mal, algo rimbombante la redacción, pero era parte del humor (aunque mucho seguido se hacía pesado). Pero cuando vi que iba a pasar las siguientes 1.000 páginas leyendo acerca de la desaparición de las partes pudendas de Doña Carmen Polo... se me hizo cuesta arriba. Como chascarrillo puntual, si está bien llevado, puede ser gracioso... basar el argumento de semejante tocho en este asunto... no lo vi nada atractivo. Y lo dejé. Quizá debí darle una oportunidad, quizá salvaba la situación honrosamente. Pero no era el mejor momento: probablemente en otra ocasión, cuando tenga más paciencia lectora.
El siguiente en la pila (es posible que estos problemas me vengan por mi rigidez en el orden de la pila) ha salvado la situación: "Las mejores historias sobre gatos", una buena recopilación de Siruela. Cómo no iba a leer yo este libro: impensable. Y no sé si son las mejores historias escritas sobre gatos, pero desde luego la mayoría son bastante, bastante buenas.
Destacaría, por su intensidad, "De cómo una gata hizo de Robinson Crusoe", de Charles G. D. Roberts; "El gato que caminaba solo", de Kipling, que habla de la "creación" de los estatus actuales de cada especie; "La infancia de la señorita Churt", de Buckley, por su sensibilidad en un ambiente "diferente"; y, por supuesto, "El paraíso de los gatos", de Émile Zola, del que no hace mucho hablé por aquí; y "El gato de Cheshire", de Lewis Carroll, que ya había leído en su momento cuando leí Alicia, pero esta vez me ha cautivado especialmente, y en uno de cuyos fragmentos me gustaría recrearme aquí:
- Minino de Cheshire -comenzó a decir tímidamente, pues no tenía ni idea de si le gustaría aquel nombre; pero el Gato ensanchó un poco su sonrisa. "Adelante, de momento está satisfecho", pensó Alicia, y prosiguió así-: ¿podrías decirme, por favor, qué camino debo tomar desde aquí?
- Eso depende básicamente de adónde quieras ir -repuso el Gato.
- Me da igual ir a un sitio que a otro... -dijo Alicia.
- Entonces te vale cualquier camino -replicó el Gato.
-...siempre y cuando acabe por llegar a alguna parte -añadió Alicia a modo de explicación.
-Bueno, siempre acabarás por llegar a alguna parte si andas lo necesario -concluyó el Gato.
Como le pareció que aquello no admitía réplica, Alicia aventuró otra pregunta:
- ¿Qué clase de gente vive por aquí?
- En esa dirección -dijo el Gato, señalando con la pata derecha- vive un Sombrerero; y en esa dirección -levantó la otra pata- vive una Liebre de Marzo. Ve a visitar al que prefieras; los dos están locos de remate.
- Pero yo no quiero mezclarme con locos -le advirtió Alicia.
- Ah, eso no podrás evitarlo -repuso el Gato-, aquí todos estamos locos. Yo estoy loco. Tú estás loca.
- ¿Cómo sabes que estoy loca? inquirió Alicia.
- Tienes que estar loca -dijo el Gato-, para haber venido aquí.
En resumen, todos los relatos de este libro recogen la forma de ser de los gatos de forma maravillosa, muy precisa.
Por hacer la puñetada y ponerme un poco ñoña, diría que el que menos me ha gustado ha sido el último: "Espejo, el gatito", de Gottfried Keller, al que he encontrado demasiado enrevesado y no tan realista respecto al carácter de los felinos.
En resumen: un libro muy interesante, de lectura muy amena, y que recomiendo a los que les gustan los gatos y a los que no.
En todo este tiempo de abandono lector también ha habido lugar para el cómic, aunque sólo uno, que no he estado para excesos: "¡La crisis está siendo un éxito!", de Manel Fontdevila.
Lo he encontrado divertido, muy acertado, conciso y muy afilado...
Me ha hecho especialmente un retrato de Cándido y Toxo, "Los sindicalistas", de los que pone (mientras intentan ahogarse uno a otro y también a ZP): "¡LUCHAN CONTRA EL GOBIERNO! ¡VIVEN DEL GOBIERNO! ¡NO SE PIERDA ESTE EMOCIONANTE COMBATE!"
En general las tiras están bien, pongo por aquí otra "simpática"...
No estoy de acuerdo con tu opinión sobre "Espejo, el gatito", que me pareció simpático, imaginativo y un buen cierre para el libro, pero sí en el resto del comentario. Muy buena antología.
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