Ayer tuve un día bastante completito: con bastante esfuerzo me levanté a las 10:00, después de pasar una noche de las malas-malas, ya que el día anterior me había dado un buen arrechucho al quedarme fría en el taller sobre minusvalía. No me recuperé ni con sopa, ni con vino, ni acostándome... Y la espalda y la cadera tomaron sus represalias durante la noche. Así que con pocas ganas físicas y algunas más morales, como habíamos quedado con Laura en Marbella (y no sabía bien cuándo podríamos volver a quedar si anulábamos), fuimos hacia allá (un poco tarde, eso sí).
Para empezar la jornada, ocurrió un milagro: ninguno de los tres compró nada en la Fnac. Aún no me explico cómo ha podido ocurrir. Después, fuimos a otro antro de perdición, y ahí ya sí que no pudimos resistirnos: Marks&Spencer. Sobre todo de dulces (vale, y yo ropa interior), salimos de allí cargaditos-cargaditos. Dani se compró unas magdalenas con una pinta... poco apetitosa, que ha probado esta mañana y resulta que estaban buenísimas (yo con esa pinta de estar rellenas de moho como si están divinas: no las pruebo y no las pruebo).
Fuimos después a una de mis debilidades: A loja do gato preto. Bueno, allí sólo compramos una cortina para el baño (Cthulhu se estaba comiendo la que teníamos y estaba agujereada), una máscara felina para acompañar las humanoides que tenemos en el salón, y dos tazas con sus platitos para cafés monodosis (porque Dani lleva desde que volvimos de Zaragoza con obsesión por las Nespresso varias, y estaba decidido a comprarse una. Ahora está cambiando de idea... ¡pa matarle!). De ahí ya fuimos a comer, como Dani tenía muuucho hambre, fuimos al Steack House. No comimos mal, y tuvimos una charla-bronca que me dejó descorazonada: ahora tengo la sensación de que no he sabido transmitir a las personas que tengo más cerca qué se siente y qué necesidades hay con una enfermedad dolorosa crónica. Que un extraño no se haga a la idea ni sepa apreciar las necesidades diarias que se tienen es algo, pero si personas con las que hablo prácticamente a diario no lo comprenden y sienten como algo cercano, suyo... uf. Y encima como presidenta de la asociación se supone que debo ser buena transmitiendo y haciendo entender esto. Me quedé bastante decepcionada de mí misma. En fin.
Después de ponernos gochos, Dani fue a llevar las bolsas al coche (y acercarlo) y quedamos en esperarle cerca de Alcampo, pues teníamos que comprar algunas cosas. Pero en nuestro camino se interpuso Camper. Así que, siguiendo los preceptos de mi religión, tuve que entrar y comprarme un par de zapatos.
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¡¡¿A QUE SON LA RELECHE?!! |
Bueno, después ya SÍ entramos a Alcampo, y casi pasamos el resto de la tarde entre comprar batidora, mp3, comida y que Dani diera a Laura una clase magistral sobre cafeteras monodosis y sus consecuencias en la sociedad contemporánea.
Al salir, aunque a mí las piernas ya llevaban fallándome rato, y después de 2 chutes de drogas duras, fuimos a la tienda que nos había servido de excusa para quedar: estaba en Marbella pueblo (nunca había ido, es muy bonito y agradable, pero no lo pude apreciar bien, así que debería ir otro día con menos dolor). Laura no se compró el vestido a por el que iba, pero sí 3 prendas diferentes, y muy bonitas.
Después ya la llevamos a su coche (en La Cañada de nuevo) y nos despedimos: no podíamos más. Si yo no hubiera estado tan en las últimas, podríamos haber ido a ver la goleada, pero no podía ni con mi alma, así que por la radio una parte, y por internet la otra, así nos fuimos enterando. Y poco más: cenar y a la cama. Dani tuvo que masajear un poco el cuerpo, y eso me ha ayudado a dormir mejor, pero aún así no he pegado ojo durante mucho tiempo seguido. Me duele hasta el alma y tengo el cerebro al 10% de su rendimiento habitual (o sea, bajo mínimos). Pero tengo unos zapatos nuevos rosas. Ja.