miércoles, 15 de enero de 2014

El hombre que confundió a su mujer con un sombrero

Bajo este título podrían, fácilmente, estar varios relatos de humor. Pero nada más lejos: son 20 historias, 20 tristes historias reales, de pacientes con enfermedades neurológicas de todo tipo.
No es, por tanto, un libro de ficción. Tampoco es una lectura triste, ni dramática: el acertado enfoque que le da es optimista y hasta simpático en algunos casos. Simplemente son historiales médicos redactados de forma que cualquiera pueda comprenderlos e implicarse en ellos, como en un relato cualquiera.
Quizá yo los he leído con más interés no sólo porque el tema de siempre me ha atraído (las maravillas de nuestra mente, y hasta dónde puede conducirnos un ligero, milimétrico fallo), sino por los efectos a este nivel que han tenido en mí diversos tratamientos. Os aseguro que da mucho miedo, ya no sólo hasta dónde te puede llevar si evoluciona, sino "quedarte así", simplemente.

Me ha gustado el trato que les da el neurólogo - autor: con cariño, con respeto y ante todo con interés por buscar un tratamiento y que éste tenga las mínimas repercusiones posibles en el paciente (sí, se ve que existen...).

Resalto una cita de Nietzsche que menciona en una de estas historias, una que habla acerca de un paciente con síndrome de Tourette: "He atravesado varios géneros de salud y sigo atravesándolos. Y en cuanto a la enfermedad: ¿no nos sentimos casi tentados a preguntarnos si podríamos arreglárnoslas sin ella? Sólo el gran dolor libera de verdad el espíritu."

Pero la parte que más me ha gustado, por el delicado trato que le da, es la cuarta, la que dedica a lo que él llama "El mundo de los simples". Es decir: los "idiotas", "tontos" o "subnormales" para mucha (demasiada) gente.
A pesar de que el autor reconoce que en un principio le producían cierto rechazo (¿condicionamiento social?), tras tratar con ellos (que suele ser el tratamiento en la mayoría de los casos... no para los "simples", sino para quienes les considera, despectivamente, "subnormales") se dio cuenta de que, a pesar de sus limitaciones (¿quién no las tiene?), tenían áreas en las que podían aportar mucho. Muchísimo. Llegando a ser artistas en algunos casos.

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