domingo, 14 de diciembre de 2014

Delicioso Martirio en el Echegaray


Con sus gafas de sol y su peineta, y un precioso vestido-túnica sencillo, y por supuesto, con su voz, llenó el escenario del Echegaray.
"Sólo" acompañada por Raúl Rodríguez a la guitarra y una mesa camilla con una botellita de agua y una esponjita para el sudor.
Y se nos comió el alma.
En algo menos de 2 horas que supieron a poco (por mí hubiera estado 12 horas escuchándola), nos hizo reír, estremecer, llorar de emoción y llorar de risa.
Una montaña rusa emocional musicada.

Era la primera vez que veía a Martirio en directo, a pesar de que llevo muchos años admirándola. Espero que no sea la última, porque ha sido uno de los mejores conciertos de mi vida.

La excusa para dar el concierto era "presentación" de su último disco, "De un mundo raro. Cantes por Chavela", que salió el año pasado. Lo compré el mismo día que salió a la venta, y en cuanto llegó a casa, lo puse. Y me hizo estremecer.
Si con esa primera escucha ya me emocioné, ayer, en el teatro, sentí durante el repertorio del disco lo mismo que esa primera vez pero multiplicado por mil.
Pero aparte de cantar por Chavela cantó por Sabina, por Concha Piquer, por Martirio (desde luego) y hasta la Bien pagá en inglés. Y entre canción y canción nos habló, nos contó, nos hizo reír con sus divertidas ocurrencias y explicaciones.

Martirio suda arte.
Cualquiera, por buena voz y años de conservatorio que tenga, se pondría en ridículo si se atreviera con ese repertorio. Pero ella no. Ella hace que te metas en la canción, en la melodía, en la historia. Juega con tus emociones como un reo. Cada uno de sus conciertos es comparable a una exposición en un museo, pero para los oídos. Alimenta el alma.
Y es que no vale con saber cantar, con tener bonita voz. Tienes que tener ESE arte.

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