sábado, 18 de mayo de 2013

La cosecha de Samhein

En este blog voy escribiendo mis opiniones sobre bastantes de los libros que me leo.
En este caso voy a ir un poco más lejos, porque cuando terminé de leerlo (entre unas cosas y otras he tardado más de lo normal), no sólo tenía la certeza de que me había gustado (¡y quería más!), sino de que había leído un buen libro. Es decir, ya no es sólo algo subjetivo, aunque sólo de mi subjetividad voy a hablar, que no doy para mucho más...

En teoría se trata de un libro juvenil, y la historia puede cuadrar en esa definición, pero los detalles lo sitúan con un pie en lo juvenil y el otro (si sólo tiene dos, que en Rocavarancolia nunca se sabe...) en lo adulto.

Es una historia fantástica, en la que unos niños terrícolas son convencidos para ir a poblar y arreglar Rocavarancolia, una ciudad mágica que se encuentra en otro plano, y en la que los peligros son constantes, y los elementos a los que tendrán que hacer frente, muy duros. Está devastada por una guerra mágica, que mantiene una álgida lucha de poder entre los pocos habitantes (y gestores) que quedan en ella.
La compuerta entre ambos mundos sólo se abre una vez al año, por lo que, en caso de que quieran (y puedan) volver, tendrán que esperar todo ese tiempo, y sobrevivir.
Tendrán que cambiar de mentalidad para acostumbrarse a lo mágico, y madurar para hacer frente a las situaciones que se les presentan. Ahí entra una dualidad complicada: deberán rescatar la parte de ellos que aún cree en la magia y la puede llegar a comprender y racionalizar, pero por otra parte deberán ser autosuficientes, sin adultos que les cuiden.

Éste es el primer libro de la trilogía de "El ciclo de la Luna Roja" (que, desde luego, pienso completar), por lo que es, en buena parte, presentación: de personajes, de situaciones, de escenarios... Quizá ello lo haga algo lento (al menos para mí: tengo una mente con una imaginación tullida, así que cuando leo descripciones extensas me cuesta hacer el dibujo mental).

Me ha encantado la forma de narrar de José Antonio Cotrina, muy cuidada, meditada, aunque fluida. Quizá alguna "palabreja" poco común, por lo que, si no se tiene un vocabulario amplio, es mejor tener cerca un diccionario. No es vital para la comprensión global, pero nunca está de más conocer nuevas palabras, aunque no sean frecuentes en la vida cotidiana, ni en muchos libros.

Tengo ganas de leer "Los hijos de las tinieblas", la siguiente en la trilogía, por saber cómo continúa la historia y porque, además, me han soplado que es mucho más ágil, tiene más acción.
A pesar de la crueldad del mundo que se plantea (suele tirarme para atrás), está tratada con delicadeza, no es gore, tiene un punto de análisis humano muy interesante. Tendré que colarlo en la pila...

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