domingo, 13 de octubre de 2013

Memorias de una viuda

Lo bueno de cenar con gente interesante es que, además de divertirte, sueles volver a casa con nuevas ideas para tu pila (de libros, de series, de películas, de museos, de ciudades...). Lo malo, es la duda que siempre pende sobre mi cabeza: "Vale, me lo recomienda porque a ella le ha encantado, pero el nivel cultural de esta persona está a años luz del mío. ¿Lo sabré disfrutar yo? Es más ¿Lo entenderé?"

Borricota de mí, nunca había oído hablar de Joyce Carol Oates. Después de conocerla y haber leído este libro de memorias, me parece imperdonable.
Pero ya se está solucionando. Creo que me atreveré con algo de su ficción pronto.

El título nos da una buena pista del argumento: la autora enviuda, y plasma en estas páginas en qué se convierte su vida a partir de ese momento.

Puede parecer muy trágico, muy "melodramático", pero es algo real, por lo que una inmensa mayoría del mundo ha pasado o pasará.


De hecho, la tristeza está presente. Pero lo que he percibido (aunque es posible que no haya llegado a entenderlo bien, como decía al principio) es más una "tristeza-vacío", que una "tristeza-drama-desolación".
Por supuesto que llora, que sufre... Eso es lo lógico y normal. Pero, al expresar cómo son sus días, da la sensación, más que de desconsuelo, de estar perdida en un mundo desierto e inmenso. Cada uno afronta las cosas de una manera.
Pero me parece admirable (a mí, que no he pasado por ello) cómo, a pesar de su tristeza, de su sensación de pérdida, sigue adelante, va reponiéndose poco a poco, con muchísimo esfuerzo, a la tragedia, y consigue mantener una cotidianidad: comer, socializarse, seguir con su trabajo, hacer los innumerables trámites que el fallecimiento de un marido conlleva.
Tiene el impagable apoyo de muchos amigos (no todo el mundo tiene esa suerte), un trabajo que puede ayudarla a evadirse (o exorcizar al basilisco que la acosa desde el fondo de su mente), su "supervivencia económica" no está amenazada por la pérdida...
Pero, a pesar de todo eso, resulta muy duro.

Hay cabida, como no podía ser de otra manera, a muchos recuerdos, que nos esbozan cómo ha sido su matrimonio. A mí me ha parecido demasiado feliz, pero es lo que pasa cuando pierdes a alguien (por muerte o ruptura): de repente sus defectos se evaporan. Le echas terriblemente de menos. Y claro, añoras todo lo bueno que tuviera, no sus "puñeteras manías"...
De hecho, se da cuenta de que, tras 47 años y 25 días de matrimonio, en el fondo no conocía del todo a su marido. Y ése es el mayor drama.

Algunas frases de este libro se me han quedado en forma de "espinita mental", pero hay una, un "consejo-ánimo" que le da una amiga, que me ha dejado patidifusa... Es muy bruto, pero está cargado de verdad. Esta amiga sabía de qué hablaba, ya que ella también es viuda. Joyce y Ray eran un matrimonio feliz y muy apreciados en general. Y esta amiga, tras el pésame, le dice: "¡Sufre, Joyce! Ray lo merecía". Brutal.

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