miércoles, 2 de octubre de 2013

Se llamaba Luis

La ventaja de los cuadernillos "Mini Letras" es que te permite leer algo cortito de autores que, si no conoces, son un buen aperitivo para decidir si te metes en algo más extenso con ellos o no les das otra oportunidad.

Con "Sólo pienso en ti" decidí que quería leer más, mucho más de Marina Mayoral. Y ya me he puesto a la tarea.

"Se llamaba Luis" es la historia de un joven drogadicto, seropositivo. Su originalidad reside en la forma en que te presentan su historia: no se sabe hasta bien avanzado el libro, pero Aurelia, la dueña de la casa donde trabaja limpiando la madre de Luis, decide contar su historia, a través de las historias que le van revelando diversos personajes de su entorno: su madre, sus hermanos, sus cuñadas, sus hijos...

Cada capítulo es un punto de vista.
Empieza con el más extenso: Rosa, la madre de Luis, habla de sus 4 hijos, su matrimonio, su vida... Divaga, centrándonos en el marco en que ha crecido y vive Luis, poniéndonos en antecedentes. Así podemos hacernos una idea (es inevitable: cuando alguien cae en esta tragedia, siempre se busca una explicación, un motivo... La desgracia que le ha hecho preferir una muerte lenta y muy jodida).
Pequeño inciso: respecto al tema drogadicción, hay algo que nunca he sido capaz de comprender, y es el aumento de enganches en situaciones de crisis como la que vivimos en este momento en España. Hasta el más necio sabe que, aunque te ayude a evadirte momentáneamente (no lo sé, no he probado el caballo, pero es lo que dicen), a la larga no es que sea muy bueno, y además es difícil salir de ello. Para colmo, económicamente es la ruina del drogadicto y su entorno. Y hay mucha (demasiada) gente que, para evadirse de esos problemas económicos y sociales, se da a la heroína. ¿Por qué?

Bueno, continuando con el libro, no hago ningún spoiler que no haga el título al decir que el último testimonio (eso sí: mejor no diré quién es, pero resulta bastante dramático) habla de él ya en pasado. Todos los anteriores hablan de un Luis aún vivo, aunque casi todos lo lamentan: es un muerto viviente.

Como lectura me ha gustado, por cómo está tratado (sin artificios ni más melodrama que la propia situación, que ya es bastante), y por cómo escribe la autora. Definitivamente, tengo que leer más cositas suyas.
Sin embargo, no me parece lectura juvenil, al menos no para menores de 15 años. Está editado por Anaya, dentro de la colección "Espacio abierto" (es decir, juvenil), pero no estoy segura a partir de qué edad recomiendan esta colección. Es un libro que regalaría a alguien de mi entorno, pero como digo, no menor de 15 años (y aún así, en algunos casos no menor de 17...).

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