domingo, 11 de septiembre de 2011

De primeras impresiones rápidas y las palabras que se lleva el viento

Hace ya un tiempecito, casi un año, escribí en este mismo blog una entrada acerca de algo similar a lo que quiero sacar, casi vomitar, ahora.

Y es que entonces hablaba especialmente de la pareja: ese sufrido acompañante que, aunque no le ha tocado la lotería de una enfermedad invalidante, ha tenido la mala puntería de elegir a alguien que sí la tiene. Y aguanta al lado, y deja de poder hacer cosas que en realidad sí puede hacer. Pero las deja de lado. Y eso crea tensiones, aunque lo haga de mil amores: frustración al que renuncia (a veces, al menos), un gran cargo de conciencia al que provoca esa renuncia (aunque sea involuntariamente), situaciones de limitación extrema cuando hay un brote, abandono de "amigos" no sólo al que no puede, sino al que le acompaña en ese no poder...

Y sobre todo de eso necesito desahogarme. Del resto del mundo. 

Muchas ratas ya han abandonado este barco. Hay quien me dice que es porque no puedo seguirles el ritmo. Yo pienso más bien que es porque no me soportan. Pero al igual que no se puede caer bien a todo el mundo, tampoco se puede caer mal a todo el mundo. Por la misma lógica. Entonces ¿a qué viene este aislamiento social? Al menos en las distancias cortas. De lejos hay mucha gente que me soporta. Algunos hasta me llaman de vez en cuando para ver cómo estoy, o aguantan mis eternas charlas cuando soy yo quien llamo. Pero de lejos. A veces, se necesita salir a tomar un café. Y si yo lo necesito, mi contrario todavía más.


Nuevamente el viernes, hablando con la recepcionista del gimnasio (una tía encantadora, atenta, maja, y encima guapa), salió el famoso "te admiro". Me decía que le encantaba hablar conmigo, porque siempre estaba sonriendo. Y que era genial que no perdiera mi coquetería, que siempre me veía con modelitos bonitos, pintada... que mucha gente por mucho menos "se deja". Pues sí. Y yo le contesté que muchas gracias, que bueno, no iba a hundirme del todo, algo tendría que poner de mi parte... cuando lo que de verdad quería decirle, casi gritarle, es... Joder, si tanto te gusta hablar conmigo, dime que tomemos un café un día, que LO NECESITO para seguir sonriendo y vistiéndome "cuca". Pero claro, esas cosas no se dicen. Te lo guardas, sonríes, y ya llorarás de rabia en tu casa, preferiblemente a solas (ya amargas bastante al otro, tampoco hay que abusar).

Pero si yo estoy sola (también influye que sea "nueva" aquí, que aunque llevo ya unos añitos, no estoy en condiciones muy favorables como para conocer gente), lo que no es justo es que también esté solo mi marido. Que a sus amigos les caigo mal no es secreto de Estado precisamente. Pero si realmente fueran sus amigos, y conociendo como conocen las circunstancias, creo que lo suyo sería que hicieran una de estas dos cosas:
1. Tragar con la pareja, que la ha elegido su amigo, y es lo más normal (al menos es lo que yo hago).
2. Hablar directamente con él. Decirle que prefieren que vaya solo, al menos la mayoría de las veces, pero que no quieren dejarle de lado.
Pero no. Dejan de llamar, y punto. Eso es cruel.

Y respecto a mí... Bueno. Pues lo llevo, aunque algunas rachas, como ésta, es más difícil. Que hay personas (mi hermana misma) que no me llaman ni para saber cómo estoy, pues se asume. Tampoco son personas que merezcan mucho la pena. Llamar para contar cosas divertidas, cotorrear o hacer planes estupendos nos gusta a todos (bueno, vale, más bien a todas). Llamar a alguien que sabes que te va a contar penas, dolores y tristezas varias (aunque intento no ser muy "dramática", y no hablar demasiado de ello... es mi realidad)... pues no apetece tanto.
Entonces ¿qué? ¿cómo quedamos bien? Pues diciendo "Jo, eres admirable, qué bien lo llevas" de vez en cuando, y para lo demás que se busque la vida, que yo ya tengo la mía montada, y estas cosas... pues no caben.
Eso me hace sentir muy sola, y muy pesada (en algunos casos soy siempre la que está llamando, aunque en muchos de ellos sé que al menos no molesto).


Es posible que algunas personas después de leer esto me llamen, incluso varias veces. Otros que se proclaman "súper-amigos" ni lo leerán. Estoy enferma, atontada por la morfina, pero no soy gilipollas (aún). Pero, de esos que lo leerán y se sentirán un poquito mal, no necesito compasión hasta que se les pase ese "pellizquito", o esa pena, o lo que sea que sientan: necesito que ese interés sea real y a largo plazo. Pero eso no va a ocurrir, soy consciente.
Como tampoco va a haber gente de esta zona que "cargue" con una "amiga" que no puede seguir el ritmo, y encima es estúpida.
Pero ojalá eso no nos afectara a los dos.


1 comentario:

  1. Que rabia siento en estos momentos de no estár mas cerca...
    No te diré que te admiro...no!! yo solo te digo que TE QUIERO AMIGA MIA!!!

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