martes, 1 de mayo de 2012

Juegos de guerra

El domingo fuimos a Alhaurín de la Torre (por cierto, un pueblo que da muy buena impresión por sus jardines, sus aceras, sus instalaciones, lo bien cuidadito que está...) a echar un vistazo a la parte de stands y exposición de estas jornadas.

Fue, evidentemente, idea de mi marido. A mí estas cosas me horrorizan, no puedo evitarlo.

Hay que reconocer que la gente que había allí estaba, como cualquiera con un hobby, atento a los detalles, las novedades... vamos, que lo mismo miraban una reproducción de una batalla de la II WW, que cualquier otro con otro hobby miraría la representación al milímetro del pueblo de los pitufos. Es decir: no había violencia, ni caras de "pirados" (bueno, los frikis que hay de toda la vida de Dios, pero parecían inofensivos), ni hambre de matar.

Pero yo no podía evitar estar horrorizada. Había un montón de gente con unas habilidades evidentes (había unas maquetas curradísimas, libros de sesudos estudios y narraciones detalladas, ediciones cuidadísimas como el que compró Dani, virtuosos de la puntería y la estrategia...) dedicadas a la guerra. Es decir, una cultura en torno a lo que yo considero uno de los grandes errores de la humanidad. Gente culta, muy válida, que ha decidido enfocar su inteligencia, su valía, al culto y merchandishing de la guerra. A, de alguna manera, "celebrarla". Algo de lo que deberíamos avergonzarnos es objeto de estudio, ¡JUEGO!, lectura... No sé, no me entra en la cabeza. Estoy de acuerdo en que la estrategia requiere de inteligencia. Hasta tal punto estoy de acuerdo en ello, que tengo la certeza de que cualquiera de los "frikis" allí deambulantes es bastante más inteligente que yo (quizá por eso no les comprendo), y si emplearan esa inteligencia, ese virtuosismo (lo de las maquetas es de reverencia) en algo constructivo (para mí la guerra es lo contrario, es decir, destructivo) podrían hacer algo muy grande.

No sé. Quizá estas historias les ayuden a desfogarse. A aprender. A manejar su mente de cierta manera. Pero yo no puedo evitar pensar en lo contrario, es decir, en la destrucción, el sufrimiento, la muerte... que crearon todas esas batallas. Es un punto de vista muy poco constructivo también, lo reconozco. En lugar de disfrutar allí volví con el corazón encogido. Pero no puedo evitarlo.

No me quito, desde entonces, de la cabeza la canción que cantábamos en las excursiones del cole (alegría de vivir la nuestra, también):

(Por cierto, buscando el vídeo me he horrorizado más allá de lo que pudiera haberlo hecho con 3 jornadas de juegos de guerra juntas: ¡¡¡MELENDI HA CANTADO ESTA CANCIÓN!!! 
¿Por qué, Dios mío? ¿Por qué lo has permitido?)


En fin: me alegra mucho que toda esta gente encuentre un punto común en el que compartir su afición, pero ojalá estuvieran aficionados a otra cosa... dentro de que no hacen daño a nadie, ni intención que tienen (creo).
Las jornadas estaban muy muy bien organizadas, el ambiente era muy bueno y, como digo, no había dónde mirar en que no encontraras trabajo bien hecho, esfuerzo, conocimientos y hasta ilusión.

Eso sí: como de todo tiene que haber en la viña, no sólo guerra había por allí. En un par de puestos de tiendas de cómics y juegos había algún infiltrado, y nos trajimos un par de trofeos: una expansión de Carcassonne y... ¡¡TACHÁN!!:




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