jueves, 20 de septiembre de 2012

Chucho, otra vez

Otro concierto de Chucho.
Parecía, en principio, más tirando a lo clásico que el que ofreció en Alhaurín, al recital de piano brillante, en un teatro, con su traje de chaqueta y sus castellanos de charol.
Lo parecía, en serio.
Aunque nos hiciera vibrar con temas de Calle 54, con el clásico (pero nunca suficientemente escuchado de sus manos) Manisero, el Bésame mucho, Liza...



Las notas que arrancaba a ese pedazo de piano no parecían de piano...
Es como si unos duendes se hubieran metido un ratito antes a afinar el instrumento, y le hubieran conferido poderes mágicos, sonidos nunca arrancados antes a un piano, ni siquiera alguien con la esquizofrenia manual que padece Chucho (que espero no se deje tratar nunca)... Una mano está tocando una melodía clásica y la otra se arranca por peteneras, se vuelve definitivamente loca y hace que, con las notas musicales, a través de las vibraciones sonoras, se ericen todos y cada uno de los pelos de tu cuerpo.



Y entonces llega el descanso en el Teatro Cervantes. Es un acto benéfico, a favor de Cudeca, así que se nota quién está allí por politiqueo y quién ha ido, solidariamente o no, a escuchar al Maestro. (Me hizo mucha gracia, una "Mari" que se enganchó al móvil nada más salir, mientras bajaba por las escaleras del teatro, y le contaba a alguien que "había estado muy bien, ¡pusieron hasta un vídeo de Antonio Banderas...!" -promocionando Cudeca-). A cada uno le llama la atención una cosa.

Después del descanso, retomamos... Otro puñado de temas, entre ellos "Esta tarde vi llover", y sale la artista invitada: Concha Buika, de la que sé poco, soy sincera. La he escuchado alguna vez, en youtube siempre, una voz muy peculiar la suya, sí...
Viene con un precioso traje de noche, de gala, negro con brillos, un escote de vértigo y una raja en la falda más vertiginosa aún, cola, tirantes de gasa, un girasol en el canalillo, y descalza. Y escasamente peinada, una melenaza castaña hasta la cintura bien desenredada, pero poco más.



Y se pone a cantar. Y HOS-TIAS. No puedo decir mucho más. El torrente de voz que derrocha me epata. Tiene un gesto casi nervioso, tocar el micro como para comprobar que esté encendido ¿PARA QUÉ? No necesita en absoluto un micrófono. Tiene una potencia de voz que hace que se salten las lágrimas.

Desde mi palco, escuchando la mezcla de Chucho con Buika, siento congoja. Cómo no sentirla con semejante derroche de buena música, de locura, divina locura.
No quiero que termine nunca este concierto. Quiero que lo den a diario, para ir a verlo todos los días del resto de mi vida. No quiero dejar de escuchar esta maravilla nunca.

Pero se acaba, como todo lo bueno.

Abajo, en el hall del teatro, venden el CD + DVD "Clásicos cubanos" y anuncian que Chucho los firmará en un ratito. Locura. La solidaridad ya la hemos ejercido comprando la entrada, ahora a empujones hasta con la coja ésta del bastón. Cómo somos.
Bueno, evidentemente, me quedo para comprarlo, para que me firme y para hacerme una foto con el Maestro... En ese momento me temblaba desde el labio hasta las rodilas, pasando por la mandíbula, las manos y hasta el alma.


¡¡QUÉ NOCHE!!

1 comentario:

  1. Bueno, bueno ya veo que te lo pasaste genial, y lo disfrutaste más todavía. Me alegra mucho verte contenta, sea cual sea la excusa, aunque claro parece que el concierto de Chucho te lo ha puesto fácil. Besos

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