miércoles, 17 de abril de 2013

Cuéntaselo a Rosi

Oy, oy, oy... qué pedazo de novela se ha marcado Carlos García-Calvo. 

Entre todos sus libros, es el único de ficción (y eso de que sea ficción no está tan claro).

Intrigas amorosas, chic, cosmopolitismo... ¡Tiene de todo! Hasta humor, cuando corresponde.

Estoy deseando que se anime con otra novela, su lectura ha sido i-de-al.


Bien, ahora ya escribo en serio. Lo de arriba es lo que pienso que al autor le gustaría leer, o incluso lo que se cree.

En realidad la trama de la novela es bastante potable, llegando a buena.
Pero es lo único bueno del libro.
La resolución de la trama, por ejemplo, es de lo más inusual. Y no me refiero a original. Me refiero a que da la sensación de que se ha cansado de escribir, o ha rellenado el mínimo de páginas exigidas, y dice "pues pum: abracadabra pata de cabra. Resuelto."

El retrato de los personajes (entre los que se incluye a sí mismo como protagonista) es exageradísimo. Quizá su vida real sea así de agitada, pero vamos, que él vaya de autor de sesudos libros sobre arte del XIX... es para troncharse. Y así con todos.

Carlos García-Calvo, habitualmente, utiliza muchos extranjerismos cuando habla y escribe. Pero lo de este libro ya es hiperbólico. Más si tenemos en cuenta que algunas palabras en castellano no las usa adecuadamente (por ejemplo, dice en el capítulo 2 de la primera parte que "adolece de sentido del humor", refiriéndose a que no lo tiene).

La redacción es infantil. Me ha recordado a algunas redacciones que guardo por ahí de las que entregué como trabajo para el colegio, en EGB. Y mis textos salían ganando en cuanto a madurez redactora se refiere.
Por ejemplo, abusa de "el cual / la cual", sustituyendo a pronombres, y de "pues" sustituyendo, por ejemplo, a "porque" o "ya que"...
Como muestra, un botón. En uno de los diálogos, alguien dice que tiene que colgar, porque se le está quedando el móvil sin batería. Y lo expresa así: "Te dejo, pues me voy a quedar sin batería". Vamos, realista 100%, incluso para este tipo de gente, tan chic.

Otro detalle es la enumeración, tipo wiki-cutre, de lugares de interés de las ciudades escenario de las idas y venidas de los personajes de la novela, especialmente cuando se trata del protagonista: tiendas (chic, claro), restaurantes (de nivel, por supuesto), hoteles (de 4 estrellas en adelante, faltaría más), calles, museos...
Intenta dárselas de culto con estos detalles, y hablando de ciertos libros, pero queda fatal, para qué nos vamos a engañar: muy artificial, muy colado a capón.

La edición es de Planeta, y no sé si es que no le ofrecieron corrector de estilo para el libro, o que el autor se negó. En todo caso, su trabajo brilla por su ausencia, y es una lástima. Porque con ciertas correcciones básicas hubiera quedado una novelita potable.

A pesar de todo, la lectura ha merecido la pena (por eso no he dejado el libro a medias) sólo por lo que me he reído. No de lo que pretendía el autor que hiciera gracia, pero me he divertido mucho.

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