miércoles, 6 de junio de 2012

Carta de una mujer indignada

Esto me pasa por intentar leer a intelectuales. Por meterme en camisas de once varas. Con lo que disfruto con mis cómics de gatitos. 
La leche.

Para empezar, si llego a mirar los "créditos" probablemente no hubiera comprado el libro:
Ver que el prólogo es de Carmen Romero ya puede dar una idea de que el tema va a llevar más tintes políticos de los que me gusta encontrar, pero ver que Amelia Valcárcel forma parte del "consejo asesor" me hubiera hecho desistir definitivamente. El poco trato que he tenido con ella me ha hecho que repela todo aquello con lo que "se mancha" (por lo poco que la conocí, es una persona que lleva una actitud permanente de asquito, y de mirar a los demás haciéndoles un inmenso favor...). Y desde luego sé de qué palo va en temas políticos, y no es que tenga problema ninguno con escuchar a feministas o izquierdistas o derechistas, que para nada (pero no me quedo con el discurso completo de nadie, ideológicamente estoy en un limbo un poco raro)... pero los histerismos, los fanatismos, los totalitarismos, los absolutismos... me dan mucha grimita.

Compré este libro con la intención de aprender, ante todo. Quería, a través de un testimonio en primera persona, SABER qué siente una mujer de una cultura de la que conozco poco (y de lo que conozco, como hay tanto interés político por medio -por eso no lo quería aquí-, buena parte debe estar manipulado). Quería saber POR QUÉ se siente así. Cómo viven, cómo quieren vivir... 
O, si no todo esto, al menos algo. 
Me hubiera gustado empezar a aprender para poder entender. 
Pero ni he aprendido, porque no explica las diferencias (que para ella y la gente lista como ella estarán muy claras, pero para muchos mortales no) entre términos frecuentes, pero que para los "no iniciados" se confunden: árabe / musulmán / islam / islamista / musulmán moderado / nacionalista identitario / magrebí... burka / velo / haik... Ni he entendido buena parte de lo que dice.
Y de lo que he entendido, con buena parte estoy de acuerdo. Pero con otra parte no. No estoy, en absoluto, de acuerdo con su idea de libertad, con su concepto de feminismo. Las exageraciones no me gustan, salvo que sean rosas 

Muestra de este feminismo exaltadísimo y puesto de cafeína (por lo menos) hasta las orejas, son frases como ésta:
"(...) espero una condena de todas las formas de violencia, de los crímenes y de otras barbaries, en particular contra las mujeres, cometidos por los islamistas de los llamados moderados y por los musulmanes en general".
Hostia. "(...) en particular contra las mujeres (...)". Y se le llena la boca diciendo que defiende la igualdad. Yo soy más tonta de lo que creía, y ella es mucho más lista de lo que jamás podré imaginar. Debe ser eso. Y de verdad que he intentado entenderlo en el sentido de "se han cometido crímenes y barbaries en particular contra las mujeres", no de "espero una condena de la violencia, especialmente la cometida contra las mujeres". Pero por contexto y por expresiones hermanas, todas en la misma línea, no ha sido viable.
Manifestaciones como ésta abundan en el libro, y la sensación que transmite es de ser una persona muy segura de su discurso. Demasiado. Tanto, que no le merece la pena ni siquiera escuchar (activamente, no pensando en la respuesta que dará) cualquier otro.
No coincido con su idea de igualdad (que para mí es que TODOS somos seres humanos, y por tanto todas las víctimas, todos los agresores, todo lo que se ponga por delante es absolutamente igual para todo, excepto físicamente). 
Tampoco coincido con su idea de libertad. Para mí, la libertad es (a grandísimos rasgos) la garantía de poder hacer, dentro de la ley, respetando al prójimo y asumiendo sus consecuencias, lo que estime oportuno. No lo que me diga esta señora. Y si yo fuera musulmana y me sintiera más en paz o como se sientan (me hubiera encantado entenderlo, buscaré por otro lado) poniéndome el velo, el burka o el periódico en la cabeza, poder ponérmelo sin que pelmas como ésta me digan que atenta contra mi dignidad de mujer. 
¿A qué nivel quedaría mi dignidad de PERSONA si, después de su discurso, agachara la cabeza y me lo quitara?


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