lunes, 10 de febrero de 2014

Goya 2014

Esta noche he dormido poco y mal. Entre mi tocaya ciclogenética y el cabreo, la vergüenza ajena que sentía... No conciliaba. Y cuando lo conseguí, fue por poco tiempo.
Y me explico:
Anoche, como siempre que puedo, vi la retransmisión de la Gala de los Goya.

Eso sí: anoche la cogí ya empezada, por motivos que no vienen al caso (esta semana intentaré ver lo que me perdí). Conecté casi justo para ver el premio que entregaba la estupendísima Silvia Abascal. Y me enganché. Aunque este año me daba algo de perecita porque, para ser sincera, Manel Fuentes... no es mi debilidad, precisamente. Dejémoslo ahí.

Como otros años, lo que vi de Gala me gustó, por lo general, con partes salvables, como con todo. No olvidemos que es una entrega de premios que dura unas 3 horas. Difícil que en algún momento no haya tedio.
Hubo momentos emocionantes, momentos con los que me partí de risa, momentos reivindicativos (impagable la de Mariano Barroso, Goya al mejor guión adaptado por "Todas las mujeres" -que tendré que ver-): "Si el Ministro de Defensa no hubiera ido al desfile de las Fuerzas Armadas, su jefe le despediría al día siguiente. Pero parece que este jefe no manda mucho...") y momentos algo bochornosos, también, sí.

Ciertamente, muchos años la Gala ha sido un desfile de reivindicaciones políticas, pero este año se han cortado bastante. A pesar de todo por lo que hay que protestar, y todo por lo que este sector tiene derecho a quejarse (la ausencia del Ministro, lo más bochornoso de la noche). Quizá no sea el momento ni el lugar, pero es un altavoz estupendo. No me gusta que se politice un acto cultural, pero entiendo las reivindicaciones y estoy de acuerdo con la mayoría de ellas. Y no me molesta que se mencionen en la Gala, pero sí que sean las protagonistas.

La vergüenza ajena de la que hablaba antes vino después de la Gala, al leer los comentarios en Twitter, esa red que sirve (cada día más) de altavoz de la amargura.
Y yo que la consulto para estar al día...
La mayoría de los comentarios eran críticas, ensañamiento, un intento de ser gracioso echando abajo el trabajo de los organizadores, los actores, las películas... Pero ¿alguno de esos "críticos espontáneos" ha visto alguna de esas películas? ¿Alguno sería capaz de hacer, según su criterio, un buen videoclip, un buen guión, una buena representación, de organizar una gala medianamente aceptable?
Menos patriotismo y más chovinismo. Muchos de los que comentaban (me llegaban vía retweet en buena parte) han hecho frecuentemente comentarios patrióticos. ¿Y el cine español? Que, a pesar de la fama que le hemos creado, sí, tiene mucho truño, pero también muy buenas películas y muy buenos profesionales (es simplemente saber elegir qué ves, y si llevas una base previa sabes el trabajo de quién te va a gustar más y el de quién menos). Y es una noche de celebración de los mejores en ese trabajo (aunque muchos buenos, según mi criterio, quedaron fuera, y alguno no tan bueno se coló).
Por cierto, si tanto odian el cine español, si tan bodrio les parece... ¿qué hacen un domingo por la noche, durante más de 3 horas, pegados a la tele? ¿Les va la marcha, o qué?

¿Alguien se imagina que la mayoría de los franceses, al día siguiente de los César, o la mayoría de norteamericanos, en la jornada de resaca de los Óscar se dedicaran a echarlos abajo, a criticarlos (sin base en buena medida), y a casi nadie gustaran?

En general, aparte del erróneo concepto que tenemos de que tachar todo de malo nos da como superioridad, los españoles tenemos un gran problema. Y es un problema que, en momentos críticos como el actual, nos lastra enormemente. Vemos lo extranjero (lo americano, especialmente) como si viniera de los mismos dioses del Olimpo, adoramos hasta lo que es basura (cuánta más taquilla no han hecho auténticos bodrios de Hollywood que muchas buenas películas españolas. Lo mismo pasa con escritores, pintores y, en general, salvo casos aislados, buena parte de la Cultura). Pero lo nuestro lo rechazamos de primeras. Si la peli es española, es mala. Si nos intentan vender algo con nombre español, recelamos... nos inclinamos más por algo firmado en inglés. Qué triste. Cuánto cateto suelto.

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