domingo, 10 de marzo de 2013

Ordeno y mando



El relato chirría un poco por lo inverosímil de la historia. Pero, aún así, engancha. Mucho. Tanto, que tuve que leérmelo de una sentada, aunque terminé a una hora indecente de la madrugada.


Si no me equivoco, es el primer texto sin tintes autobiográficos que le leo a Amèlie Nothomb. Y no sólo eso, sino que se mete en la piel de un hombre, de, eso sí, la misma edad que la autora. Entre la primera persona narrativa masculina y lo rarísimo, casi descabellado, de las situaciones que describe, más de una vez pensé que me debía haber equivocado al sacarlo de la pila, debía haber cogido uno de Frédéric Beigbeder, pues desprende cierto aroma a los libros que he leído de este otro autor.


Pero, a pesar de lo raro de las situaciones y de sus resoluciones más que fantasiosas, me ha gustado, y he disfrutado leyéndolo.

La historia empieza en una cena, en la que otro invitado le dice a Baptiste Bordave, el protagonista, que "si un invitado muere repentinamente en su casa, sobre todo no avise a la policía". A partir de ahí, Baptiste se ve envuelto en una espiral de sucesos casi paranormales (que no quedan todos bien explicados, todo hay que decirlo) que le llevan a un cambio radical de vida.

No es, ni de lejos, el libro que más me ha gustado de la Nothomb, pero debo reconocer que no he podido parar de leerlo. Aunque espero que la próxima historia que caiga en mis manos esté mejor cerrada.

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